Reintegración del órgano de transparencia, totalmente opaca

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+ El Congreso reincide en no transparentar sus determinaciones


El lunes el Congreso del Estado aprobó la convocatoria para la integración del nuevo Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales, que sustituirá el desastre que fue la Comisión de Transparencia y Acceso a la Información Pública de Oaxaca (Cotaipo). Aunque es bienvenida la noticia de la conformación del nuevo órgano de transparencia, no lo es tanto que el Congreso lo haga incurriendo en las mismas prácticas y tentaciones de opacidad del pasado.

En efecto, como producto de la reciente reforma constitucional, se estableció la liquidación de la Cotaipo y la integración de un nuevo órgano de transparencia. Esto ocurrió, sí, por mandato de la reciente reforma constitucional federal en materia de acceso a la información, pero sobre todo por el sonoro escándalo que por casi tres años protagonizaron permanentemente los actuales Comisionados del llamado “órgano garante”. Por eso, en la comunidad académica e interesada en la transparencia en Oaxaca, e incluso en el mismo gobierno, fue bien recibida la decisión de reintegrar dicho organismo.

Las razones sustantivas, eran abundantes: la Cotaipo siempre adoleció de consideración y respeto por el público interesado y especializado por la transparencia, debido a que ninguno de sus tres integrantes tenía al menos idea de lo que era la materia que institucionalmente les fue encargada por el Congreso local. De hecho, la Comisión nunca pudo superar la expectativa de al menos igualar el trabajo hecho por el antiguo Instituto Estatal de Acceso a la Información, integrado básicamente por Genaro Vásquez Colmenares y Raúl Ávila Ortiz. Lo único que hizo la Cotaipo fue montarse en la plataforma —normativa, de reglamentación y criterios, y operativa— creada por estos dos personajes, únicamente para administrar el presupuesto y justificar su labor.

En estos tres años la Cotaipo no generó ninguna actividad importante; no sentó precedentes atendibles para alguno de los Poderes del Estado respecto al funcionamiento de sus comités de información o sus unidades de enlace de transparencia; no incidió en el ámbito académico y de la investigación ni siquiera en Oaxaca —que tiene una comunidad académica meramente testimonial interesada en el tema—, y mucho menos en el escenario nacional; y tampoco pudo nunca obligar a que algún aspecto relevante de la vida pública oaxaqueña fuera dado a conocer frente a las resistencias oficiales.

De hecho, si en algo se caracterizó la Cotaipo fue en estimular el establecimiento del criterio de reserva en docenas de datos relevantes para la vida pública de Oaxaca, comenzando por sus propios procesos administrativos internos, y la publicación detallada del manejo de sus recursos.

Incluso, en la recién publicada Métrica de la Transparencia realizada por CIDE-COMAIP, la Cotaipo se ubicó en el penoso lugar número 31. Es decir, cayó 19 lugares en la medición nacional en apenas en cuatro años —en 2010 se ubicó en la posición 12—, de los cuales más de la mitad de la gestión corresponden a la actual integración del órgano garante.

Según la Métrica, el órgano garante de Oaxaca tiene serias deficiencias en cuanto a sus capacidades institucionales. Esto porque sostiene que su dirección es mucho menos independiente que la media nacional, ya que mientras la Cotaipo apenas alcanzó una calificación de 0.560, el promedio nacional se ubica en 0.719; lo mismo ocurre en el rubro de organización, en el que el órgano garante de Oaxaca resultó con una calificación de 0.389 frente a la media nacional, que es de 0.668; incluso, en el rubro de operación la Cotaipo tampoco pudo registrar un desempeño notable, ya que apenas obtuvo una calificación de 0.314 frente a la media, que es de 0.408.

Con ese desastre, era urgente la reintegración del órgano de transparencia. Lo que ahora genera dudas, y revive fantasmas del pasado, es el cuestionable método que utilizará el Congreso para elegir a los nuevos comisionados.

LAS TENTACIONES DEL CONGRESO

Según la convocatoria aprobada el lunes por la LXII Legislatura, se elegirán Comisionados del Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales, por el término cinco, cuatro y tres años, respectivamente. En un primer plano la convocatoria parece demasiado abierta al no prever criterios de especialización en materias relacionadas con el acceso a la información (el desempeño de sólo seis meses en actividades académicas o de servicio público es una burla), pero nada se compara con la discrecionalidad total que se le dio a la Comisión Instructora para la elaboración de las ternas que someterá a la votación del Pleno del Congreso.

Pues dice la base octava de la convocatoria que Una vez realizada las entrevistas tratándose de aspirantes a ocupar el cargo de Comisionado del Instituto, la Comisión Permanente Instructora “se reunirá en sesión de trabajo para analizar, discutir y elaborar el dictamen correspondiente, que contendrá las ternas para Comisionados para cinco, cuatro y tres años, misma que será puesta a la consideración del pleno del Congreso del Estado de Oaxaca para su elección y aprobación”.

¿Por qué es tan oprobiosa esa determinación en la convocatoria? Primero, porque no establece ningún criterio para transparentar tanto la discusión como la elaboración del dictamen con las ternas; y segundo, porque en las dos experiencias anteriores (en la conformación del IEAIP, y luego en lo tocante a la Cotaipo) se comprobó y se reiteró que ese margen de discrecionalidad fue determinante en la conformación partidizada, colonizada por el poder gobernante, y contraria al interés público, que caracterizaron al órgano garante de la transparencia tanto bajo la titularidad de Genaro Vásquez Colmenares en su primera época, como del impresentable consejero presidente, Esteban López José, en la actualidad.

CRISIS DE LEGITIMIDAD

Será interesante ver cómo resuelve el Congreso local el serio problema de legitimidad que hoy enfrenta: nadie, ninguna de las personas que verdaderamente podrían lavarle la cara al órgano de transparencia, y al Poder Legislativo, estará dispuesto a involucrarse en un proceso electivo que, según sus antecedentes, será una farsa. Lo peor, es que los nombres que hasta ahora han deslizado los partidos como sus posibles prospectos, no son más que un puñado de villamelones de la transparencia. Por eso, si lo que intentan es otro proceso simulado, van muy bien.

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