Comicios: los claroscuros de la partidización política

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+ Distantes, el “pueblo” de Obrador y el de otros grupos

Conforme avanza la construcción de la coalición opositora en Oaxaca, aparecen también importantes cuestionamientos de fondo a la empresa política que están tratando de emprender las fuerzas partidistas, para alcanzar la gubernatura. Arrebatarle el poder estatal al PRI, necesariamente tendría que ser una labor de largo aliento, en la que se privilegiara la construcción de acuerdos, y la participación de todos los sectores de la población que desean cambios en la estructura del Estado, y en la labor de gobierno. ¿Están preparados los partidos de oposición para ese reto?

Es evidente que dicha labor no se compondría de una sola fase, ni se lograría con la participación de un solo grupo. Una de las premisas fundamentales que tendrían que plantear las fuerzas de oposición en el Estado, es la de la renovación de sus propias prácticas y la inclusión de más grupos en su proyecto político. ¿Por qué? Porque no se puede impulsar un cambio partidista, político o institucional, cuando las estructuras y prácticas con las que se ejerce el poder son las mismas de antes. Es decir, que no se puede aspirar al futuro reformista, cuando se rinden reverencias al conservadurismo, la exclusión y la antidemocrcia del presente y pasado.

Esto cobra particular relevancia en Oaxaca. Aquí, las principales fuerzas de oposición han buscado construir un proyecto de gobierno, basado justamente en que la sociedad oaxaqueña exige de modo legítimo, un cambio en el ejercicio del poder, en los grupos que lo detentan, y en las fuerzas políticas que le dan el acceso al gobierno. Así, al final, el cambio y las reformas, siguen siendo la principal bandera y oferta política de los partidos de oposición.

Sin embargo, es claro que más allá de los apasionamientos y las conveniencias, las fuerzas y grupos de oposición que están terminando de construir las bases para la alianza partidista, están lejos de cumplir con las expectativas de la sociedad, y con los requerimientos mínimos para sostener sus posibilidades de triunfo electoral. ¿Por qué?

La respuesta parece lógica: porque la oposición se está agrupando únicamente a nivel partidista, basados en las mismas prácticas antidemocráticas de siempre, y dejando de lado la interacción, la inclusión y los apoyos amplios que necesitan de la sociedad para superar en fuerza y movilización al PRI. El asunto no es menor: con esa construcción tan deficiente, no parecen altas sus posibilidades ni de tener un buen resultado en la votación, ni mucho menos de poder impulsar un verdadero cambio democrático.

La oposición no está haciendo más que privilegiar el pasado: son, como en antaño, las cúpulas nacionales de los partidos, las que buscan conformar una alianza opositora; en el proceso de integración de posibles candidatos, está habiendo una abierta práctica de simulación —que más bien tiene tufos de exclusión; es nada lo que se ha hablado —y hecho— respecto a la inclusión del verdadero pueblo de Oaxaca; e, incluso, anticipadamente se ha establecido como una condición insuperable para ser parte de esa unión, el brindar su respaldo al senador Gabino Cué Monteagudo —quien ya ostentó esa postulación en el pasado— como candidato a Gobernador.

Así, ¿Cómo hablar de una plataforma política de cambio, cuando es el pasado lo que se ha privilegiado, cuando (¡vaya paradoja!) se construyó una coalición para después generarle una plataforma política y un proyecto de gobierno; y cuando las fuerzas opositoras han ensanchado la brecha que los separa de la sociedad, cuando debería ser al revés?

 

OPOSICIÓN CON GRIETAS

Muy pocas veces se presta atención a las críticas que los movimientos armados realizan a los procesos políticos que se realizan en las entidades federativas en las que ellos tienen presencia. En este caso, vale la pena rescatar una de las críticas más lúcidas que hasta el momento se haya realizado sobre la integración de la alianza opositora en Oaxaca. Estos señalamientos son parte de un editorial publicado en “Verde Olivo”, el órgano de difusión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo. La versión completa de dicho texto podrá ser consultada en nuestro blog. Aquí sólo haremos mención a lo que, consideramos, es el punto clave de la crítica.

“Estemos de acuerdo o no en la actuación del PAN, están en lo correcto; nada esta desligado, todo esta concatenado y no lo entienden o no les conviene entenderlo a los partidos (PT y Convergencia) ligados a López Obrador, a sus organizaciones afines y a sus personalidades mas cercanas. El hilo o los hilos que los atan son muy delgados. Todo gira en torno a las ideas u ocurrencias de un reducido equipo que defiende intereses muy particulares o de grupo. ¿Que significa lo anterior? Que no hay proyecto de gobierno, que no hay la intención de impulsar transformaciones profundas.

“Desconocemos si el equipo que conduce el proceso aliancista considera cercano el triunfo, porque, dadas las circunstancias y condiciones políticas; viendo los recursos económicos, políticos y organizativos existentes; deberían considerar que, no están al nivel de fuerza que contaban en las elecciones a gobernador que ganó Ulises Ruiz Ortiz y perdió Gabino Cue Monteagudo como su mas cercano competidor.

“¿Habrá pasado por la mente del equipo conductor buscar la relación con las organizaciones que tienen fuerte e innegable presencia, con años o décadas de arraigo y estructuras en los municipios y comunidades y que, a su vez, se mueven por fuera de los partidos políticos? ¿No seria mas nutrida la presencia de la gente en los mítines que realiza por Oaxaca López Obrador? ¿Porque buscar a los mismos de siempre? ¿A pesar de los eternos resultados?”

 

CAMBIOS, ¿ASÍ?

La crítica es elocuente: tal y como lo apuntamos, los partidos y grupos de poder que buscan integrar la coalición opositora en Oaxaca, no han considerado que más allá de los anhelos democráticos y de cambio con las que buscan convertirse en paladines de la democracia, deben tomar las decisiones que verdaderamente puedan hacerlos llegar al triunfo. Es decir, deben diversificarse: ir más allá de López Obrador, de las estructuras formales de los partidos, de las alianzas copulares, de las imposiciones disfrazadas de democracia, y del proyecto de gobierno político que ahora sólo se reduce a la alternancia. Con las previsiones tomadas hasta el momento, la oposición no tiene modo de superar al PRI en su eficiencia electoral. Por tanto, no existe una posibilidad efectiva de cambio.

almargen@tiempoenlinea.com.mx

almargenoaxaca.wordpress.com

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