Autodefensas: signo claro del olvido oficial

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El gobierno estatal debía tomar con más reservas varios de los conflictos que hoy existen en territorio oaxaqueño, porque el potencial desbordamiento de cualquiera de ellos podría devenir en situaciones de crisis no sólo para los derechos de los particulares, sino también para la seguridad del Estado. Por eso, es indispensable que se apliquen medidas de distención que efectivamente toquen las fibras sociales, y no solamente continuar en las rutas política y policiaca que hasta ahora han demostrado ser un fracaso.

En efecto, en Oaxaca podemos contar varios conflictos que son inminentes. Dos de ellos, los más conocidos, se encuentran en la zona del Istmo de Tehuantepec, y son el de la resistencia de varias comunidades frente a la construcción de un parque eólico, y el que ocurre en la zona de Los Chimalapas por el conflicto limítrofe con el estado de Chiapas. Otro importante, aunque negado, es el de la creciente inseguridad en la zona de la costa oaxaqueña.

Y por si fuera poco, varios conflictos de límites entre comunidades se están combinando con factores de pobreza, marginación e inseguridad y, juntos, dan como resultado un peligroso coctel que cualquier día podría derivar en enfrentamientos, en nuevos grupos de autodefensa, o en células de la guerrilla. Por esa razón es indispensable explorar la vía social que hasta ahora parecen tener desatendidas las instancias estatales y federales.

¿Por qué asegurar que hasta ahora la vía política y la policiaca son un fracaso? En primer término, es posible afirmar que para conflictos de esta naturaleza, la salida policiaca es únicamente la inmediata aunque ésta no soluciona ni siquiera parcialmente (al contrario, ahonda la discordancia) el origen real del conflicto, y por esa razón debe ser usada únicamente como una forma de contención y de disuasión, pero no para intentar resolver un problema que tiene otras causas.

La vía política, que sí podría ser idónea, en Oaxaca ha fracasado. Pues es evidente que aún con la pesada burocracia que hoy tiene el gobierno estatal para la atención política y social de los conflictos (Secretaría General de Gobierno, Secretaría de Desarrollo Social y Humano, Módulos de Desarrollo, Sistema DIF, Secretaría de Asuntos Indígenas, etcétera) hasta ahora no ha tenido la capacidad para atender los conflictos que ha enfrentado.

Veamos si no, y pongamos como ejemplo los conflictos en la zona del Istmo de Tehuantepec. Ahí, tanto en el conflicto por la instalación del parque eólico, como en el relacionado con Chimalapas, el gobierno ha intentado únicamente la vía política y para eso ha enviado docenas de veces a funcionarios del gobierno estatal que intentan generar condiciones de diálogo con los grupos y comunidades involucradas, y por esa vía, tratar de darle cauce a los conflictos existentes.

El problema es que aún cuando las comunidades y los grupos no se resisten a sentarse en mesas de negociación, e incluso se prestan a llegar a ciertos acuerdos para encauzar algunos de los conflictos, lo cierto es que las respuestas oficiales son insuficientes y, en muchos casos, hasta desganadas. ¿Cuántas veces se han quejado los habitantes de las comunidades de Los Chimalapas porque a pesar de las promesas que han ido a hacer los representantes del gobierno estatal, nunca han cumplido con atender sus demandas y dotar de servicios a esa comunidad que ellos mismos califican como olvidada?

 

RIESGOS PARA LA SEGURIDAD

El problema es que hay conflictos que no pueden dejarse a la buena voluntad de los habitantes en conflicto o de los funcionarios que quieran o no cumplir las promesas que hacen a los inconformes. Aquí mismo en Oaxaca, y en varias ocasiones, ha habido conflictos que luego devienen en conflictos violentos de índole social a raíz de la deficiente atención que se les da a éstos. Las regiones de la sierra sur, y de la costa oaxaqueña, son prolíficas en ejemplos de ello.

Aquí en Oaxaca la guerrilla siempre ha sido la opción para muchas comunidades. Ese tipo de conflictividad ha sido alimentada por grupos que llegan hasta ahí para adoctrinar y entrenar a los habitantes, pero sobre todo es generada por ciertas condiciones extremas de pobreza y marginación que llevan a esas personas, a caer en la idea de que da lo mismo vivir en esas condiciones, que morir buscando cualquier tipo de atención o mejora en su calidad de vida.

Cuando el gobierno intenta dar a esos conflictos una solución política o policiaca, el resultado es el fracaso. Es así por el solo hecho de que mientras a la gente no se le quite el hambre, la sed o las enfermedades, ni se atiendan sus reclamos sociales más urgentes, de todos modos quedará latente la causa de fondo que dio origen al conflicto. Y al aplicar esas dos medidas, lo más que se logrará es llegar a una cuestión dilatoria que no tendrá impacto real para las comunidades.

Hoy, la existencia de varios conflictos debe llamar la atención al gobierno para actuar en otros ámbitos. Más de uno de ellos, tiene origen en la falta de atención y en la insuficiencia de las medidas sociales que se han tomado para atender sus rezagos. Más de uno de esos conflictos debe ser abordado desde la lógica estrictamente social, dejando de lado cualquier intento de brindar una solución “política” o de fuerza.

Para eso deben hacer mucho más, otras instancias que hasta ahora parecen desligadas de esos temas de seguridad. Es trágico, en este sentido, el enfrentamiento que existe al interior del gabinete de gobierno estatal. Pues deberían actuar en coordinación y sensibilidad instancias como la Secretaría de Gobierno y de Seguridad Pública, éstas con la de Desarrollo Social; y todas juntas con la de Asuntos Indígenas, que hoy está subutilizada, devaluada y marginada de cualquier intervención en los temas que sí son prioritarios y que tienen que ver con la seguridad interior del Estado.

No pensar en esas soluciones sociales de fondo, es tanto como engañarse respecto a los conflictos, y condenar a Oaxaca a la repetición de hechos sangrientos que en el pasado han enlutado a cientos de familias en el interior del Estado.

 

INTRANSIGENTES

Da risa cómo los de la Sección 22 caen en la provocación. Claudio X. González, de Mexicanos Primero, vinieron no a dar cifras, sino justamente a que los “democráticos” dieran muestras de su intolerante “civilidad”. Lo hicieron. Y con sus demostraciones, pronto serán protagonistas de una segunda parte de “De panzazo”. ¿Apuestan?

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