Atomización, escenario ideal para perpetuar olvido
Hace ocho años que ocurrió el gran conflicto magisterial y popular en Oaxaca y nadie, ni siquiera quienes perdieron directamente recursos y fuentes de empleo, parecen haber aprendido la lección. En 2006 el sector de empresarios y comerciantes establecidos de la capital oaxaqueña fue uno de los principales perjudicados por la revuelta magisterial, pero ni así lograron tomar las lecciones de aquel episodio para aprender a defenderse conjuntamente y tener la capacidad de ser verdaderamente resarcidos.
En efecto, pareciera que los sectores productivos de Oaxaca aprendieron muy poco de las lecciones que dejó el conflicto magisterial de hace ocho años, que para efectos de los quebrantos económicos, podemos resumir en dos: primera, que desorganizados no tienen ninguna posibilidad de conseguir algo verdaderamente provechoso para reactivar sus empresas y la movilidad económica (y los empleos) que generan; y segunda, que esa falta de organización y para generar efectos sobre las autoridades de los tres órdenes de gobierno a la larga generó un desgaste profundo a sus argumentos, los cuales hoy siguen siendo exactamente los mismos que hace ocho años, y sin embargo cada vez menos personas los creen. Veamos.
En 2006 pasaron muchas cosas, en medio de las cuales los sectores productivos tuvieron una participación importante. Esa participación fue, esencialmente, para respaldar las acciones que emprendía el gobierno y para apoyar las medidas que buscaran restablecer el orden arrinconando las protestas. Eso, sin embargo, tenía una doble intención. Pues lo que aparentemente querían los empresarios era orden y Estado de Derecho para poder trabajar. Pero en aquel momento, los líderes empresariales también querían provecho político y buscar un cargo de elección popular. Lo más importante los consiguieron –o estuvieron a punto- aunque en esencia los sectores productivos siguieron igual de quebrados que como quedaron después del conflicto.
Y es que quizá ya no lo recordemos con claridad. Pero el liderazgo de los empresarios y comerciantes de la capital durante el conflicto magisterial sirvió únicamente para beneficiar a unas cuántas personas. Pues acabada la crisis social en Oaxaca emergió el cuestionamiento al interior de diversos sectores de la iniciativa privada oaxaqueña, porque en poco tiempo muchos empresarios y comerciantes voltearon a ver a sus cámaras y representaciones empresariales luego de la actuación que tuvieron sus dirigentes en torno al conflicto magisterial, y se preguntaban: ¿cuál representatividad real?
El cuestionamiento, entonces, recaía sobre los denominados “líderes empresariales” como Fredy Alcántara o José Escobar —que eran dos de los personajes que desde entonces “sonaban” como potenciales candidatos a un cargo de elección popular por el PRI—, por la sencilla razón de que durante y después de la crisis social, usaron en su propio beneficio el nombre de las agrupaciones que encabezan para emitir posicionamientos, exigir apoyos económicos e incluso hacer “presencia política”.
Por eso, desde entonces algunos empresarios señalaban, por ejemplo, la pérdida de socios que ya padecían la delegación estatal de la Coparmex, que tenía al frente a José Escobar Gómez, cuyo único capital político para aspirar a diputado local y luego a presidente municipal de la capital oaxaqueña fue justamente ese; o la turbiedad con que también en aquellos tiempos se reeligió Adalberto Castillo González en la Canacintra en Oaxaca para luego salir por la puerta de atrás; o incluso el desdén con que miraban muchos hoteleros el tamaño de la representatividad que terminó teniendo sobre su gremio, Fredy Alcántara Carrillo, que también usó a sus representados sólo para obtener beneficios particulares, al convertirse él en subsecretario de Economía en el gobierno de Ulises Ruiz, dejando a los hoteleros sin ese gran beneficio colectivo que se supone que buscaba a través de la Asociación que encabezaba.
EL DESGASTE
Eso, junto con lo gastado de su discurso, tiene hoy a los empresarios contra la pared. Y es que nadie niega que las condiciones sociales en Oaxaca son complejas y que el gobierno ha demostrado una ineptitud infinita frente a cualquier posibilidad de garantizar el orden público. En este escenario, sin embargo, habría que preguntarse si los empresarios y comerciantes de la ciudad han podido pasar del discurso de la queja y la lamentación, al de las acciones concretas que puedan llamar la atención de la opinión pública a gran escala. La respuesta a esa pregunta, lamentablemente, es negativa.
Los sectores económicos de Oaxaca no han podido hacerlo porque no han tenido capacidad de transformar el mensaje que mandan con su inconformidad. Ellos siguen hablando, hasta el infinito, de la falta de condiciones de gobernabilidad para trabajar, y de las pérdidas que sufren por el magisterio. Pero sólo se limitan a pegar mantas a las afueras de sus negocios y a dar declaraciones que hoy en día han perdido el impacto que deberían seguir teniendo. Esto ocurre porque tienen ocho años diciendo lo mismo, y mientras repiten sus afirmaciones no reparan en que lo siguen diciendo en una sociedad que está igual de ahogada que ellos, y frente a un gobierno que está acostumbrado a no atender lo que ellos consideran irremediable.
En este sentido, es terrible que, por ejemplo, siendo un oaxaqueño el líder nacional del Consejo Coordinador Empresarial, y teniendo varios empresarios locales roce con sectores de importancia nacional e internacional, no logren llamar la atención de la opinión pública nacional para hacer valer sus denuncias.
Para mal de la colectividad, todos los oaxaqueños estamos en las mismas, y hemos escuchado hasta el cansancio el mismo discurso, pero lo cierto es que la ciudadanía puede hacer poco, y el gobierno no quiere hacer nada. Por eso hoy las denuncias de los empresarios y comerciantes más bien parecen tiros ahogados, que ya no logran tener ningún impacto en la posibilidad de que alguien les ponga atención y les brinde las herramientas para salir adelante.
OTRA VEZ
Ayer de nuevo los profesores de la Sección 22 causaron destrozos, a la vista de todos, incluyendo a la Policía Estatal. ¿Qué va a decir ahora Alberto Esteva? ¿Que como el de la 22 y la 59 es un lío interno de un sindicato entonces no se mete? Con razón las disputas internas como la de los transportistas, por ejemplo, en las que ha habido muertos y destrozos, ocurren siempre en la más artera impunidad.