Alberto Esteva, dice tener control, pero no lo demuestra
El paro de labores de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública lleva más de una semana activo, y a pesar de que el gobierno dice que es un conflicto prefabricado, hasta hoy se aprecia que es casi nada lo que en los hechos ha conseguido. Por eso si de verdad Alberto Esteva tiene el control de la situación, y es una facción minoritaria quien azuza la protesta, es urgente que el gobierno demuestre control no insista en el autoengaño.
En efecto, vale la pena revisar este contexto bipolar, en el que parecen haber dos verdades paralelas y contradictorias que intentan sobreponerse una con otra. Por un lado, el gobierno estatal ha venido afirmando durante la última semana que: a) la protesta tiene una mínima parte legítima, que el gobierno está atendiendo para eliminar el rezago en el pago de prestaciones pendientes a los elementos; b) que hay otra parte de la protesta, que es la más ruidosa, que esgrime una serie de mentiras y manipulaciones (como la supuesta falta de pago de salarios, o el rezago en equipamiento, armas y vehículos, aún cuando hay más de 700 unidades de reciente adquisición) para justificar la toma de instalaciones.
C) que detrás de esto existen otros intereses, que buscan lastimar no sólo la imagen de la SSP y de Esteva Salinas, sino del gobierno estatal mismo, en el marco de los procesos políticos –y electorales- que se avecinan; y, d) que todo esto pudiera estar siendo aprovechado por organizaciones que pululan alrededor de las tareas de seguridad pública, y que como acto de rapiña estarían avivando este tema para tener distraídos a los elementos de sus tareas de seguridad y aprovechar ellos el vacío para cometer ilícitos.
En el otro extremo, el de los elementos inconformes, se dice que en realidad esta protesta no es más que la desembocadura de una serie de irregularidades que se vinieron escondiendo desde hace mucho tiempo, las cuales van desde la falta de pago de salarios dignos, así como la demora excesiva en la entrega de bonos y estímulos que deben ser otorgados a los elementos como producto de las trasferencias de recursos federales para la seguridad pública, hasta el trato indigno a los policías y la falta de condiciones mínimas para la realización de sus funciones.
Afirman, además, que se les exige más de lo que se les paga; que no se les cumplen requerimientos básicos de alimentación, vestido y armamento para el servicio y que, en resumen, son tan precarias las condiciones en que laboran que por eso se vieron en la necesidad de hacer un paro de labores para dar a conocer sus inconformidades.
Esas son las dos versiones discordantes, que a pesar de las declaraciones de unos y otros, hasta ahora se han sostenido. Los elementos dicen, sobre esto, que su protesta es legítima y que como no la impulsa ningún interés político, ellos continuarán con su inconformidad hasta que se cumplan todas sus demandas; sostienen, incluso, que de los más de dos mil 200 elementos con que cuenta la Policía Estatal, menos de cien siguen laborando bajo las órdenes de Esteva Salinas.
Por el contrario, Alberto Esteva dice que en realidad es un grupo minoritario de policías quien encabeza estas protestas, y que por eso esta inconformidad es en realidad el resultado de un conjunto de apariencias que tienen un fin político y no de mejora en las condiciones de trabajo de los elementos. Para reforzar sus dichos, Esteva lo mismo ha dicho que esta es una intriga propiciada por un ex gobernador; o que la protesta está siendo financiada por diputados locales; e incluso que es un conflicto generado por los elementos que dejó incrustados el ex secretario de Seguridad Pública, Marco Tulio López Escamilla.
LA REALIDAD DESMIENTE
Así, queda claro que nada coincide. Pero más allá de una y otra versión hay una sola realidad, que es la que termina desmintiendo a la autoridad, que insiste en decir que detrás de esto hay un matiz político.
Esa realidad es la que dice que los elementos han mantenido bajo su resguardo el cuartel de la Policía Estatal; que Alberto Esteva ha buscado el respaldo político que no logra conseguir por su trabajo al frente de la dependencia que encabeza; que el gobierno tiene más de una semana trabajando al más alto nivel para poder destrabar este conflicto; pero que, en los hechos, los elementos siguen ocupando instalaciones de seguridad, paralizando labores, y presionando al gobierno para que responda a sus demandas.
Frente a este conjunto de hechos, ¿cómo puede afirmar Alberto Esteva que sigue teniendo el control de la institución, y que puede seguir encabezando la labor al frente de la Secretaría de Seguridad Pública? ¿Cómo puede decir el gobierno que el fondo del conflicto es político, y que es una minoría la que protesta, y sin embargo es incapaz de resguardar las instalaciones y equipos estratégicos para la seguridad del Estado? ¿Cómo pueden afirmar que hay capacidad de reacción cuando, hasta ahora, los elementos inconformes han hecho lo que se les ha pegado la gana sin que haya algo o alguien capaz de conciliar con ellos, o de impedir sus recurrentes acciones?
Queda claro que el gobierno debe evitar seguir incurriendo en el autoengaño, y comenzar a reconocer sus responsabilidades. Alberto Esteva debe separarse de la SSP no por la inconformidad o la exigencia de sus elementos, sino porque ha demostrado una profunda incapacidad para manejar este conflicto. Tan ha sido así, que por eso ha tenido que ser el secretario General de Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval, quien encabece los trabajos de diálogo y concertación con los elementos inconformes que en realidad debía encabezar Esteva Salinas en mesas de trabajo, pero hoy ni siquiera tiene capacidad de diálogo con los elementos.
Oaxaca no puede seguir en estas condiciones. Si hay control debe ejercerse ya. Y si en realidad las insuficiencias son más grandes que las capacidades, entonces deben comenzar a darse las renuncias de elementos operativos y administrativos en la SSP, que invariablemente deben pasar, desde el primer momento, por la de Alberto Esteva Salinas.
“SUPLENCIAS”, INÚTILES
De nada va a servir que la SSP supla a los elementos de la Policía Estatal con la PABIC u otras corporaciones. Eso será tanto como tomar una aspirina para tratar de curar una gangrena. Las soluciones deben ser de fondo. Y por ser la seguridad un tema sensible para la sociedad, ese es un imperativo de Estado que las autoridades deben asumir sin ninguna demora o reparo.