El diálogo por la bilateralidad sólo busca mantener el equilibrio al interior de la S-22

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A pesar de que el gobierno de Oaxaca parece transitar en los linderos de lo riesgoso al continuar dialogando con la Sección 22 del SNTE sobre el proceso de “bilateralización” de la educación, todo esto más bien debería entenderse en el contexto de las tensiones que existen tanto en el frente estatal, como en el gobierno federal, y al interior del propio magisterio, por el sostenimiento de las negociaciones políticas y salariales, el impasse en el que entró el conflicto magisterial luego de los sismos, y la cercanía con la elección federal de 2018. Aún cuando parecieran cuestiones aisladas, en realidad todo parece concatenado y por eso es importante comprenderlo.

En efecto, en los últimos días hemos visto cómo la Sección 22 del SNTE reactivó sus acciones de protesta, y nuevamente estableció como uno de los temas prioritarios de su agenda la continuación del diálogo por la “bilateralización” de la educación pública en Oaxaca. ¿Qué buscan? Quieren, en realidad, que la administración de la educación pública básica y media básica vuelva a ser como antes, cuando la Sección 22 tenía el reconocimiento institucional para incidir en el nombramiento de toda la estructura administrativa del IEEPO —con excepción sólo del Director General—; y para ejercer un cogobierno abierto y reconocido con el Gobierno del Estado en materia educativa.

Ese es, de hecho, un planteamiento de fondo que tiene la Sección 22, y que ha ido transitando a lo largo del tiempo y de las circunstancias que se han venido presentando desde la aprobación de la reforma educativa en 2013. Desde entonces, el magisterio oaxaqueño ha venido perdiendo espacios de control en todas las áreas administrativas de la educación, y su último reducto era el control que ejercía al interior del IEEPO, el cual se terminó en 2015 cuando el entonces gobernador Gabino Cué les expropió la administración del instituto educativo a través de un decreto que lo extinguía, y creaba un nuevo organismo ubicado únicamente bajo la tutela del Poder Ejecutivo.

A partir de entonces, la lucha política del magisterio se bifurcó entre exigir la abrogación de la reforma educativa, y la recuperación del control administrativo de la educación. Se tuvo la idea de que al despojar a la 22 de la influencia que tenía en la administración de los recursos educativos —los recursos humanos, esencialmente—, habría una caída en la respuesta de los trabajadores a los llamados hechos por su dirigencia sindical. No ocurrió así. Por eso, en algún sentido la Sección 22 insiste en que, gracias a ese respaldo, debe regresar el cogobierno en materia educativa a través de un acuerdo de bilateralidad en la administración de la educación.

En ese sentido, el gobierno de Oaxaca ha hecho eco de ese llamado y, de hecho, parece estar explorando algunas vías a través de las cuales pudiera dialogar con el magisterio en ese rubro. Ya lo había hecho a mediados de año. Y de hecho, hasta antes del terremoto del siete de septiembre, ese era uno de los temas principales de la agenda magisterial.

Dicha agenda quedó momentáneamente suspendida por la emergencia de los últimos dos meses. Pero finalmente parece que es uno de los temas con los que la dirigencia magisterial pretende ‘revivir’ y relegitimarse con sus bases, que nuevamente les cuestionan la tibieza de sus acciones y la falta de resultados concretos. Por eso la intención —y acaso, el respaldo disfrazado de apertura, por parte del gobierno para mantener con vida política a su interlocutor magisterial— de retomar ese tema y llevarlo hasta el mayor límite posible mientras cae la ola de la elección presidencial, y arrastra cualquier otro tema bajo la inercia de los tiempos electorales.

SIGUEN, ‘EL BUENO’ Y ‘EL MALO’

En nuestra entrega del pasado 28 de agosto nos referimos a esto, que sigue teniendo plena vigencia, cuando apuntábamos que, en respecto al diálogo por el retorno de la bilateralidad en la administración de la educación, parece que el gobierno federal, y el de Oaxaca, siguen jugando al bueno y al malo.

¿La razón? Porque mientras uno parece ceder, el otro aprieta irremediablemente. Pues por un lado, el gobierno de Oaxaca ha seguido avanzando en el diálogo que mantiene con la Coordinadora y la Sección 22, el cual tiene como telón de fondo la promesa de impulsar un proceso de gobierno “bilateral” con el magisterio en materia educativa. Esa promesa se ha visto cristalizada en ciertas canonjías que el gobierno estatal le ha permitido a la 22, pero que no alcanzan —y no ojalá no lo hagan— en lo que corresponde a la administración de la educación básica, media básica y media superior que está bajo la influencia de la Sección 22.

Así, mientras el gobierno de Oaxaca parece decidido a cogobernar con la 22, cuando menos en el papel, el gobierno federal ha ido avanzando en una lógica distinta. Ellos se han dedicado a implementar silenciosamente algunos aspectos de la reforma educativa que la Sección 22 se resiste a reconocer.

En noviembre de 2015 realizaron su primer proceso de evaluación docente, y éste ocurrió en medio de un enfrentamiento en las inmediaciones de Ciudad Administrativa. Las posteriores se han realizado en otras entidades y a través de operaciones más discretas. La realidad apunta a que aún con la resistencia aparente del magisterio, de todos modos se han ido realizando los procesos de selección y que cada vez se aceptan más las condiciones de la reforma educativa por parte de los mismos trabajadores de la educación.

A estas alturas, el riesgo que existe es que, por un lado, la federación “suelte” el proceso lento pero constante que lleva con la reforma educativa gracias a una eventual candidatura presidencial de Aurelio Nuño por el PRI —cuestión que como apuntamos en este espacio el 14 de agosto, pavimentaría la cuenca del descontento que sería la región sureste del país por la influencia de la Coordinadora, y su resistencia a la reforma educativa de la que el propio Nuño es insignia—; y que, por el otro lado, las propias circunstancias políticas llevaran al gobierno estatal a ceder en su promesa —demagógica— de la “bilateralidad” en el cogobierno con la Sección 22, no sólo en materia educativa sino también en lo que se refiere a la gobernabilidad, ya que en Oaxaca la 22 es un factor indispensable también en ese aspecto.

Al final, mientras no termine el doble juego y se administre correctamente, parece ser benéfico para todos —incluso para la 22, en el corto y mediano plazo. Ese equilibrio se romperá a finales del año, cuando México se inunde por la elección presidencial. Para comprobarlo, es sólo cuestión de esperar.

DIÁLOGO DE SALVACIÓN

¿A quién le ayuda revivir hoy este tema? Evidentemente, a la desgastada dirigencia de Eloy López, que gracias a eso tiene una bandera para congraciarse con sus agremiados, aunque en el fondo todos sepan que no llegarán a ningún lado. Paradoja: un líder sindical respaldado por sus contrapartes —que le regalan una bandera en tiempos difíciles—, para que pueda seguir adelante.

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