La segunda oportunidad para un cantante que no quiere serlo

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Ismael Ortiz Romero Cuevas


Hace unas semanas, nuevamente Luis Miguel volvió a ser tendencia en redes y noticia en los programas y portales que se dedican a hablar (no a hacer periodismo, sino solo a hablar y mal de los famosos) del medio del espectáculo, debido a que hizo un coraje tremendo con su staff al parecer por fallas de sonido, aventándoles incluso de manera violenta, una de las rosas blancas que siempre regala a sus seguidoras que ocupan los lugares delanteros. Días antes, había cancelado una presentación en Hermosillo, Sonora, según por las condiciones del clima.

https://www.youtube.com/watch?v=phs8l3-OSEI

Luis Miguel era un artista que estaba prácticamente en repecho hasta este año, que Netflix y Gato Grande produjeron su bioserie basada en entrevistas y textos periodísticos del cantante; eso sin lugar a dudas le dio una segunda oportunidad de modo glorioso para volver a los escenarios como los más grandes, una circunstancia también de que un público mucho más joven conociera su trabajo y se interesara en éste; hace un año, estoy seguro que ni el mismo Luis Miguel se habría imaginado que chavitos de 13 años estuvieran cautivados por temas como “La incondicional” o “Culpable o no” y las escucharan una y otra vez en sus dispositivos móviles y regresaran a ser de los temas y álbumes más vendidos en plataformas digitales como iTunes o Spotify. Micky se echó a la bolsa a los millennials.

Ante toda la euforia del éxito de su bioserie, LuisMi volvió a tener presentaciones como en sus mejores momentos en la década de los noventas, su álbum más reciente llamado “¡México por siempre!” editado en 2017, fue un éxito en ventas y ni decir de los recopilatorios, que Warner Music se dio vuelo reeditándolos en formato de disco compacto con los nostálgicos como meta. “El Sol” volvió a lo grande después de que unos pocos años atrás, había sido víctima de la crítica más “mala leche” por la suspensión de varios conciertos y su sobre peso; le dijeron de todo. Pero eso quedó en el pasado y en su regreso a lo grande se le veía contento, fervoroso y complaciente con sus fanáticas y con la nueva generación que lo seguía; el frijol en el arroz fue el mismo Micky que parece meterse zancadillas solito y al final de toda la faramalla, su verdadera personalidad aflora y se exhibe delante de su público. La “pataleta” hacia su staff por las fallas de sonido no fue vista con agrado por los usuarios de las redes, quienes inmediatamente reprendieron el comportamiento del cantante, argumentando una falta de respeto a su equipo y a la misma gente que lo iba a ver. Hubo incluso una fan que le escribió una carta y que la publicó el periódico El Universal, donde le exteriorizaba lo decepcionada que se sentía ante lo que llamó “la segunda oportunidad que le había dado la vida para hacer lo que le apasiona: cantar”. La fan, que dice haberlo visto cinco veces en esta gira, lamenta su comportamiento berrinchudo e irrespetuoso hacia su equipo que interpretó como una majadería hacia su público también, y asimismo, dice que espera que pronto el sol salga nuevamente al escenario.

No sé ustedes estimados lectores, pero al menos a este humilde servidor que escribe estas líneas, me da mucho coraje cada que escucho a Luis Miguel. Coraje porque pudo haber sido el más grande intérprete de su generación; porque tenía todo para triunfar en el mundo y lo despreció por no dejar su zona cómoda; porque no quiso hacer un trabajo de relanzamiento de su carrera pero a nivel mundial; inclusive, aún cuando su casa disquera le puso la mesa dos veces, una intencional y la otra circunstancial. La intencional fue conseguir que grabara un dueto con Frank Sinatra para el álbum “Duets II” de 1994; y la circunstancial en 1997, cuando se hizo novio de Mariah Carey, quien era la cantante más popular y exitosa en esos años en todo el planeta. Pudo haber sido el más grande, pero no le interesó y se quiso quedar en el mercado latino, que no le representaba mayor esfuerzo, y donde ese trabajo ya estaba hecho. Es un perezoso con muchísimo talento y suerte.

En la bioserie vimos que Luis Miguel se hizo cantante por diversas situaciones y que a lo mejor es más víctima que héroe; pero también muchas personas que lo conocieron, coinciden en que el personaje presentado en el show en streaming, dista mucho de la verdadera personalidad del cantante, quien para nada tiene actitudes solidarias o de amistad sincera con sus allegados, pues hay quien afirma que su madre, Marcela Basteri se alejó de su familia decepcionada de su esposo, pero sobre todo de su hijo.

Luis Miguel es un gran cantante, eso no se puede negar, sin embargo resta esperar que esta nueva oportunidad de popularidad y ventas no la eche por la borda, pues el público que ahora lo conoce y lo sigue, ya no es tan indulgente como las jovencitas de hace 20 años. Tendremos que esperar la segunda temporada de su serie, para que el público vuelva a sentir benignidad por él y lo reivindique en el escenario. Pero esperemos que sea por su talento y no por la piedad del público. Que recuerde que nunca hay que escupir para arriba.

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