Semana Santa oficial

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Carlos R. Aguilar Jiménez.

Se supone que el estado mexicano es laico y que la separación de la Iglesia católica o la religión que sea y del Estado es garante de libertad de culto, de libertad de pensamiento, siendo así que en México no existe una religión oficial, aunque si hay fiestas religiosas “oficiales”, porque en estos días de semana santa, especialmente jueves y viernes no se trabaja en oficinas gubernamentales en función de una conmemoración religiosa, y no es que me queje porque yo disfruto de estos días de descanso, sino que describo que hay días oficiales de asueto para recordar la crucifixión de una divinidad pagana para nuestros ancestros prehispánicos, y que actualmente, ya sea que alguien venere a Huitzilopochtli, Alá, Zoroastro o Ganesha, de cualquier forma descansa esta semana, y no lo puede hacer cuando se celebran a sus dioses verdaderos.

México es un país cristiano y especialmente guadalupano porque la conquista espiritual fue superior a la oficial, y si bien la mayoría hablamos español, nos educamos europeamente y vivimos una cultura occidental, lo cierto es que más allá de cualquier rencor oficial presidencial hacia España, resentimiento respecto de la Conquista y enojo por los acontecimientos que hubo hace 500 años y durante la Colonia, lo trascendente es que los pueblos que estuvieron sojuzgados por los aztecas, si bien únicamente cambiaron de opresor, al ser conquistados espiritualmente también cambiaron de religión, convirtiéndose a la que se dice verdadera, la autodenominada Católica (universal) cristiana, apostólica y romana, salvándose con ella los casi 100 millones de mexicanos que al dejar de creer y venerar a Tlaloc, Tonatiuh o Coqui-Xee, (entre los zapotecos del México prehispánico, el Dios supremo, Dios creador que se decía era increado y no tenía principio ni fin) que, al final si tuvo porque del panteón prehispánico, fueron dados de baja los dioses de nuestros antepasados para imponer al judeocristiano, europeo y romano, que no tenía relación con nuestra devoción, que hoy al ser cristiana nos lleva a conmemorar una Semana Santa en la que se recuerda a un Dios nuevo, quien apenas tiene vigencia de medio siglo, ante los dioses que miles de años fueron venerados por zapotecos, mixtecos, toltecas o aztecas, sin que en ninguna fecha del año se suspenda el trabajo en el gobierno o escuelas para recordar a Quetzalcóatl, por ejemplo, por lo que reivindicando al verdadero Dios: Tonatiuh, en Oaxaca no se debería trabajar y habría que hacer una Semana Santa el 8 de mayo, el día más venerado por nuestros ancestros, quienes desalinearon el observatorio de Monte Alban, para señalar el día Ascio, sin sombra, día en que el dios Sol nos viene a bendecir, iluminar y participar las benditas lluvias, la precipitación del liquido divino que viene del cielo, hoy conocido simplemente como líquido vital o agua, así que si hay vacaciones de Semana Santa, debiera también haber por Yom Kippur, Hégira y por Cronos, Zaratustra y Tonatiuh, para ser incluyentes.

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