Carlos R. Aguilar Jiménez.
Sin duda alguna, confirmando y ratificando lo que he escrito cientos de veces y todos sabemos, los oaxaqueños somos reaccionarios, opositores del progreso, negativos al desarrollo y contrarios a todo cambio o transformación, como se demuestra una vez más al oponerse los habitantes de Salina Cruz a la construcción del Puerto Industrial en Punta Conejo, argumentando que este y otros ecosistemas estarían amenazados y que cuentan con un alto valor geológico y cultural, no obstante el presidente haya dicho que los proyectos respetaran historia, cultura y ambiente.
Negarnos a todo es la más querida tradición de los oaxaqueños, oponernos a cualquier cambio es la costumbre más acendrada y decir NO es lo que más gusta a la mayoría cuando se trata de edificar, construir o transformar, advirtiendo se afectará el hábitat de lagartijas, el ambiente de pájaros y entorno de flora y fauna, cancelando de esta forma infraestructura, construcción de carreteras, represas, naves industriales, centros comerciales, utilización minera y lo que sea transforme el paisaje bucólico e improductivo de quienes se dicen dueños de esos terrenos, que en realidad ni son suyos, son de comunistas (comunales) donde no existe propiedad privada y todo es de todos, en una dinámica de egoísmo, conservadurismo y tradiciones basadas en abusos y malas costumbres que cancelan oportunidades a niños y jóvenes que al ser adultos no encontraran empleos ni oportunidades que les cancelaron ingratamente sus padres o abuelos, todos nacidos el siglo pasado con mentalidad obsoleta y arcaica de negatividad y egoísmo. No se construirá el Puerto Industrial de Punta Conejo porque lideres venales y dirigentes corruptos aliados con fanáticos verdes y fundamentalistas ecologistas dicen si se edifica la obra el mundo se calentará más, se acabará el oxígeno, agotará el agua y todos los del istmo tendrán una muerte apocalíptica.
Se oponen a la instalación de aerogeneradores, explotación de minas, construcción de túneles, ubicación de fábricas, pero todos felices utilizan gasolina para sus vehiculas, electricidad para sus dispositivos, compran en tiendas departamentales, viajan en autobús por autopistas o avión, compran millones de litros de cerveza de empresas transnacionales y en general viven como occidentales, disfrutan del capital y ventajas que proporciona la ciencia y tecnología, pero no quieren que las materias primas se extraigan o industrialicen en su tierra, sino lejos, donde afecten o beneficien a otros, donde las ganancias sean para los demás, no para sus hijos o paisanos, sino para los chinos, europeos o quien sea, porque los pueblerinos dicen que cuidan el ambiente y, si así fuera, de verdad, en serio, entonces deberían vivir como trogloditas, coexistir como cavernícolas sin alterar el medio ambiente, biosfera y ecología; lo que sería ser congruente, no falsos oponiéndose a todo pero utilizando felices metales, electricidad, gasolina, plásticos, madera, cristales, autopistas, telecomunicaciones o celulares hechos en industrias.