Pandemia de desinformación

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Carlos R. Aguilar Jiménez.

Como todo asunto que contenga temas científicos o contextos que requieran para su comprensión del entendimiento de conceptos, abstracciones, matemática o conjeturas sustentadas en evidencias verificadas, y en el caso del coronavirus, de conocimientos respecto de bioquímica, microbiología, genética o virología, si no se tienen, únicamente se especula y argumenta sin la menor idea de que se expresa, como sucede en redes sociales, donde los mitos, anécdotas, información falsa, desinformación o fake news, únicamente confunden y engañan a la población, que como bien sabemos, de lo que más carece es de cultura científica, siendo el mejor ejemplo, su ignorancia básica de las leyes de la termodinámica o evolución biológica, porque si bien alguien que se diga culto, puede saber que es una sonata o exponer poemas, seguro es que no sepa nada de entropía, biología molecular o genética.

Son millones los usuarios de las redes sociales: Facebook, WhatsApp, Instagram y otras más; en las que es suficiente estar registrado en plataformas o tener la aplicación en el teléfono móvil, para que cualquiera publique alegremente lo que se le ocurra, sin tener en la mayoría de los casos, información fidedigna, irrefutable y arbitrada por expertos respecto de lo que argumentan, desde los que dicen que la Tierra es plana, quienes viajan en ovnis y tienen contactos extraterrestres, los que creen en horóscopos, medicinas alternativas, y ahora los que dicen la pandemia de coronavirus no es real, sino un complot político internacional para desacreditar la 4t, o publican remedios caseros para evitar el contagio del Covid-19, incluyendo charlatanes y chiflados que aseguran tener cura para la enfermedad, en una dinámica de desinformación que también es una pandemia, porque antes que existieran las redes sociales uno encontraba afines a nuestras ideas, mitos o paranoias, únicamente en un reducido grupo local, sin embargo ahora, al ser global la intercomunicación, también lo es la desinformación y nos podemos encontrar charlatanes y chiflados en cualquier lugar de nuestra ciudad, estado, país o el mundo entero, reforzando nuestras creencias y engañando a otros, especialmente a quienes carecen de información científica respecto de cualquier tema o se caracterizan por ser fanáticos creyentes de determinadas ideologías, como los pejezombis, exaltados defensores de AM, para quienes no existen argumentos que puedan refutar su política, comportándose como alienados, poseídos por una fe ciega, dado que de la misma forma que con la desinformación sobre la pandemia, que es viral, también lo es la proliferación viral de publicidad que alienta y entusiasma a quienes todavía, después de año y medio, siguen culpando al pasado respecto del presente y toman ejemplo de políticos, no de profesionales de la medicina, expertos en virología, especialistas en genética o neumología, quienes expresan conceptos y recomendaciones que son los que deberíamos escuchar, y no lo que dicen los políticos, de los que todos sabemos, mienten para ser populares. 

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