Cimientos

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Enrique Domville

Para crecer y sostenerse todo requiere una sólida estructura desde su inicio, la naturaleza que nos brinda árboles, resistentes como es el caso de los arboles gigantes del norte de California (secuoyas gigantes) que pueden llegar hasta los 100 metros de altura, que resisten heladas, vientos y permanecen, tienen buenas raíces. Muchas obras construidas por el hombre desde la antigüedad, están de pie, por sus cimientos, no cabe duda que la fortaleza para sobrevivir en el tiempo, es la base que los sostiene; consideremos que el ser humano a lo largo de su vida es modificable por lo que se aprende, por las experiencias, pero sobre todo por su manera de actuar, que cada vez que realiza un acto en sociedad, hablado, escrito, o como una acción, es evaluada por sus iguales.

Los árboles tienen raíces, las construcciones cimientos, ¿que tenemos los seres humanos que nos hace resistentes? Muchos autores en la literatura, han expresado que el ser se construye, partiendo desde la infancia, por la imitación de los mayores, por los consejos de quien los cuida y vigila, tarea que frecuentemente recae en las madres, casi en todas las culturas sobre todo en los primeros años de vida. Cicerón (106 a.C- 43 a.C.) en su libro titulado “Los oficios o los deberes de la vejez- de la amistad”, menciona qué cosas admiramos y cuáles despreciamos, alabamos a quienes tienen excelentes virtudes y despreciamos a quienes no las tienen; nos habla de la honestidad, que se compone de cuatro principios, que son: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Nos dice que: “Alabamos a quienes las poseen y demuestran, y despreciamos a aquellos que no las tienen, pero no se desprecia a todos aquellos que se consideran malos”. Los engañadores, mal hablados y dispuestos a ofender a los demás no los desprecian pero los juzgan mal. Y nos menciona también lo que no es honesto, tampoco es útil: estas dos cosas son inseparables. Cuánta razón tuvo y sigue vigente el concepto como una sólida formación del ser. Con esto llegamos a un camino difícil, siendo la búsqueda de la verdad, que implica en su uso honestidad y buena fe, siendo ésta, una afirmación de coincidencia entre los hechos o la afirmación a la cual se refiere.

Cuando hablamos de la verdad, nos encontramos con una gran cantidad de referencias. La primera pregunta, ¿Qué constituye la verdad y con qué criterios la vamos a identificar? ¿Si es objetiva, o subjetiva, si es absoluta o relativa? En todas las ciencias exactas como las matemáticas, o la física, podemos comprobar esta verdad, pero cuando entramos en el interior del ser, cada uno tiene en algunos temas sus creencias y expresan sus opiniones, tenemos a los generadores de algún razonamiento que es su verdad y aquellos que los seguirán y hacen suya la verdad expresada por otros (aquí vale analizar el por qué sigo el razonamiento y la mayoría de las veces es por esperanza o recompensa).

La antropología filosófica afirma que el ser humano prefiere, la verdad a la falsedad. Todos los días de nuestra vida nos encontramos ante el dilema de verdad o mentira y una manera de catalogar a nuestros congéneres es esta premisa, falso o verdadero lo que me ofrece, me dice o hace. Nuestra experiencia tendrá que analizar el principio básico de la honestidad para usarla como referencia al juzgar a otro, somos críticos al extremo, recordemos la frase bíblica, “Vemos la paja en el ojo ajeno, pero no vemos la viga en el propio.” Esta permisibilidad, nos permite ir a lo que nos conviene y despreciamos un concepto básico como lo es la honestidad, que lleva implícita la verdad, por lo que nos creemos la historia que nos contamos para justificarnos el hecho y no reconocer la realidad de nuestro comportamiento. Una frase de Marco Tulio Cicerón dice así: “El testimonio de mi conciencia, es para mí de mayor precio que todos los discursos de los hombres”. La gran responsabilidad diaria es de comportarnos con honestidad, hablar con la verdad, y pensar que nacimos para ayudarnos y ayudar a otros. Esta es la gran tarea y el camino difícil que hay que seguir con convicción.

enriquedomville@gmail.com

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