Aurelio Ramos Méndez
Que la segunda fuerza política del país encubra, promueva, avale y apuntale a delincuentes con objeto de incrustarlos en el Legislativo, revestirlos de fuero y garantizarles impunidad no es sólo descuido, imprudencia o insensatez sino un acto de máxima inmoralidad, cinismo y complicidad, probatorio de una metamorfosis de partido político a asociación delictuosa.
Guste o no, por inmensa que sea su distancia respecto del partido puntero, el PAN constituye la segunda fuerza y en eso –una asociación para delinquir—se ha convertido al incorporar delincuentes a sus listas de candidatos a diputados y senadores, con el consentimiento del INE, el tribunal y las autoridades electorales todas.
El poder público y la política –quien puede negarlo– han sido siempre socorridas guaridas de pillos de todo pelambre, en busca no solo de cobertura y protección para seguir delinquiendo, sino de acceso a las arcas del Estado.
En honor a la verdad, no hay fuerza política a salvo de malhechores, pues estos se cuelan por donde pueden, en especial las formaciones políticas más vigorosas, en procura de cercanía con el poder.
Sin embargo, una cosa es que un criminal vulnere la seguridad y consiga infiltrarse en un instituto político y otra muy distinta que éste como tal despliegue una estrategia abierta para incorporar al Congreso, por la puerta grande de una elección, a prófugos de la justicia.
El caso más elocuente corresponde a Francisco Javier García Cabeza de Vaca, fichita con órdenes de aprehensión debidas a acusaciones de delincuencia organizada, lavado de dinero y peculado. Acumula ¡54 denuncias en la órbita estatal de Tamaulipas y otras más en la FGR.
Este personaje, que en los últimos meses ha vivido a salto de mata entre Canadá y Estados Unidos, es el capo de una dinastía de mafiosos que incluye entre otros parientes a sus hermanos Ismael y José Manuel, la cual ha amasado una fabulosa fortuna a socaire de diversos partidos y el servicio público.
El extenso prontuario delictivo que se le atribuye, en el que resaltan vínculos con el narcotráfico, más dictámenes judiciales traducidos en órdenes de captura, lo hacen inelegible.
Todo ello no fue impedimento para que el PAN lo incluyese en su lista de candidatos a diputados federales por la vía plurinominal; sí, esa figura que la oposición se resiste a eliminar.
La candidatura, para bien de todos, ya fue anulada por el tribunal electoral, pero el episodio dejó una lectura inquietante.
Se comprende que Cabeza de Vaca pretenda protegerse con el grueso caparazón del fuero; mas ¿cuál es el mensaje que el PAN buscó enviarles a los ciudadanos con la osada postulación de un hampón de semejante envergadura?
¿No es acaso un anuncio consagratorio de la corrupción, que por lo mismo merece el severo castigo social de ¡ni un voto a los ladrones!, y tolerancia cero por las autoridades?
Integrante de un cartel político aún más amplio que incluye a los más conspicuos miembros del calderonato, este criminal tuvo en el tribunal electoral un fervoroso defensor de oficio, el magistrado Reyes Rodríguez Mondragón.
A decir de tan notable jurisconsulto, no hay orden judicial ni registro alguno de autoridad electoral que determine la suspensión de derechos políticos de Cabeza de Vaca, y una orden de aprehensión no es suficiente para suspender tales derechos ni menos dejar sin efecto el registro de su candidatura, pues con ello –sostuvo– se viola la presunción de inocencia.
Según la curiosa sindéresis del influyente rábula, en política no bastan el conocimiento directo de los ciudadanos, la fama pública, las acusaciones aun de copartidarios ni un aluvión de investigaciones ministeriales y periodísticas; es indispensable la inscripción burocrática en una lista de maleantes.
Habrá quien diga que Cabeza de Vaca es apenas un ejemplar del bajo mundo que no hace verano en las filas del panismo. Sólo que son legión los bandidos en la nómina blanquiazul entregada al INE.
Súmese a Santiago Taboada, quien, no obstante su condición de jefe del cartel inmobiliario –banda que se apropió con carácter de moche de unas sesenta casas y departamentos–, no aspira al Congreso sino a una genuina mina de oro: el gobierno de la capital de la República.
Y, qué decir de Ricardo Anaya, quien durante seis años ha escapado al brazo de la ley y con la bandera del PAN se apresta a alcanzar un escaño porque las órdenes de aprehensión en su contra tuvieron vencimiento de término.
En la plantilla de mafiosos amparados por el PAN se cuentan asimismo devotos de Calderón como Roberto Gil Zuarth, Javier Lozano Alarcón, Ernesto Cordero y Germán Martínez Cázares, casi todos sobornados por Odebrecht y hoy asesores de Xóchitl Gálvez mientras buscan acomodo en las cámaras legislativas.
A estos negociantes de la política –algunos de ellos rudos acusadores de Anaya– se les nota de lejos la adicción al dinero. El extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, anticipó algo que muchos sospechan:
“Los integrantes de este grupo recibieron 60 millones de pesos en la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota, en 2012, y luego abandonaron a la candidata. ¡Se robaron el dinero! Lo mismo harán con Gálvez: le quitarán el dinero y la dejarán al garete”.
¿Comparten los consejeros del INE, magistrados electorales y autoridades administrativas el criterio de que la conversión de un partido en asociación delictuosa merece castigo ejemplarizante?
¿Incurren estos señores en prevaricación, si en lugar de aplicar con rigor la ley son indulgentes frente a semejante ejercicio político-partidista?
RESCOLDOS
“Es muy penoso que entre los propios medios nos demandemos…”. Eso dijo Hernán Gómez Bruera ante la denuncia en su contra interpuesta por El Heraldo de México. ¡Bien por los directivos de este diario! Medios y periodistas no están exentos de la observancia de la ley. Es de esperar que las indagaciones del caso disiparán las dudas acerca de si las carretadas de dinero recibidas de la 4T por Grupo Andrade y la casa editora, por concepto de compra y alquiler de vehículos, han sido frutos del tráfico de influencias…
Mal paga el diablo a quien bien le sirve, dice el refrán, y de ello dieron muestra los concurrentes a la 87 Convención Bancaria. En la pasarela de presidenciables recibieron con frialdad a Claudia Sheinbaum, quien les enrostró una verdad de veinticuatro quilates: “A la mayoría de los empresarios les ha ido bien” en el presente gobierno. Con aplausos atronadores, no obstante, los empresarios hicieron patente que su candidata en Gálvez. Allá ellos…
Sergio González Luna y Gerardo Fernández Noroña despojaron de su hoja de parra a Emilio Álvarez Icaza. En sesión del INE, el primero mostró un oficio en que este senador, que boga con bandera de independiente, fue acreditado ante el órgano electoral como representante del PRD. El independientazo se ganó a pulso epítetos tales como mercenario, pirata, espurio, farsante, usurpador. Ni cómo ayudarlo…
aurelio.contrafuego@gmail.com