Desabasto infame de agua

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Carlos R. Aguilar Jiménez

Acostumbrados una pobre existencia, mínima calidad de vida y felices porque la pobreza es una virtud y no una infamia, la mayoría de los habitantes de la ciudad viven un ultraje político, agravio oficial y condena familiar: desabasto de agua. Pobrísimo suministro, limitando todo lo que se hace con él porque es insuficiente lo que suministra el gobierno, y si a algunos, bien les va, llega cada dos o tres meses, obligando a comprar agua de pipas y a utilizarla con restricciones extremas para que dure, incumpliendo el gobierno con un Derecho Humano.

Agua hay y en abundancia porque de junio a octubre – noviembre, debido a ciclones, se precipitan millones de metros cúbicos que luego bajan por escorrentías o infiltra recargando mantos freáticos, hasta que, de noviembre a junio, durante siete meses no llueve, agotándose en sequia paulatinamente el agua, sin que millones de litros se hubieran atajado o almacenado en represas, porque al gobierno no le importa solucionar el desabasto de agua en la ciudad.

Sabemos que vivimos en una región semidesértica, que el valle de Oaxaca es seco y los ríos solo tienen gua cuando llueve y pocos saben que el caudal antiguo de ríos, como el Atoyac, es represado y detenido en sus afluentes desde sus manantiales en todos los pueblos por donde corría el agua. El Atoyac esta seco porque decenas de presas y canales de riego utilizan el agua rio arriba, como el rio Colorado en Estados Unidos, que ya no llega a su delta en el mar de Cortés porque es utilizada en todo su cauce llenando la gran pesa Hoover en la frontera entre Arizona y Nevada, suministrando abundante agua al sureste de los Estados Unidos y generando electricidad.

Colonias densamente pobladas como Volcanes, Infonavit – Primero de Mayo, Reforma y el Centro Histórico, y en general toda la ciudad no tienen agua casi nunca y la que les llega de vez en cuando es sucia, aceptándose, normalizando esta infame situación, sin que los ciudadanos y sobre todo los niños puedan remediarla porque ya se acostumbraron, ya es normal y aceptan que así es la vida, en principio por sumisión, por ideología o pobreza mental y espíritu combativo que les impide exigir, manifestarse, bloquear calles como se acostumbra, para reclamar obras e infraestructura hidráulica. La sumisión, sometimiento y obediencia respecto del agua es infame entre oaxaqueños que protestan por causas políticas o sociales, pero NO por carencia de agua, festejando la creación de obras de recreo o vialidad, mientras lo fundamental, el abasto del líquido vital, no interesa, no causa un conflicto social, manifestaciones o bloqueos, somos sumisos y obedientes y así seguirá la situación, no habrá agua y no habrá mientras la población siga sumisa aceptando como normal la infamia de no tener agua suministrada con respeto y dignidad a ciudadanos que pagan impuestos, cumplen con la ley y, sumisamente no se bañan ni lavan ropa por no gastar agua. Pero sí van a votar por seguir peor sin el líquido vital.     

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

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