Ismael Ortiz Romero Cuevas
El sábado pasado, se entregó el prestigiado León de Oro del festival de cine de Venecia. Se le premiaba a la mejor película a Roma, dirigida y escrita por el cineasta Alfonso Cuarón, una producción nacional que el director ganador del Oscar llevará de la mano con Netflix. Se dice que Roma, es su película más introspectiva y personal. Es una película con la que nos identificaremos. Es una película que fue ovacionada. Es una película con la que quizá, por fin México gane el Oscar a Mejor Película en Idioma Extranjero.
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Por supuesto que desde el 29 de agosto que Roma fue estrenada podríamos decir que de manera oficial en el festival, muchos estuvimos al pendiente de su desempeño y de saber qué opinaría la crítica a la nueva entrega del visionario director después de que hace cinco años, nos dejara literalmente sin aliento con “Gravedad”. Las criticas eran estupendas y el sábado, se llevó el máximo premio del Festival como mejor película. En lo personal, Alfonso Cuarón me parece un director más arriesgado, visionario e inteligente que los otros dos mexicanos que triunfan en el cine mundial (Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro), y no porque ellos no sean extraordinarios, sino que siempre quién ha abierto las puertas y propuesto cinematografía distinta en inovado en cuanto a historias y técicas, ha sido Cuarón. Por algo, fue el primer cineasta mexicano en ganar un Oscar como Mejor Director en 2013 y el pasado fin de semana, le dio a México, su primer León de Oro.
La filmografía de Cuarón a mi gusto, siempre ha estado plasmada de imágenes creativas e historias que nos generan sentimientos, el que sea, desde aquella lejana “Sólo con tu pareja” de 1991, con Tomás Tomás, Silvia Silva, Mateo Mateos y los jalapeños caseros Gómez, para que soples mientras comes. La ópera prima de Cuarón contó con ese reconocimiento nacional e internacional que hicieron que filmara su segunda película ya en Hollywood en 1995: “La princesita”, un cuento de hadas trágico y mágico que sin duda, y en una apreciación muy personal, sirvió de preámbulo para que años mas tarde hiciera “Harry Potter y el prisionero de Azkaban” y Del Toro se inspirara para hacer “El laberinto del fauno”, véanla y díganme si no.
Y podemos ir recorriendo cada película de su filmografía y encontrarnos con elementos no solo grandiosos, sino de un valor artístico notable, puesto que su forma de dirigir ha creado escuela en otros cineastas que lo toman como referencia. Fue Cuarón, el primer director que experimentó con la toma de plano secuencia, es decir, cuando se filma de tal forma que pareciera que la película no tiene cortes, como si fuera una sola toma. Cuarón experimenta el plano secuencia en casi todas sus películas, pero lo vemos hacerlo ya de una manera más recurrente en “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, perfeccionarlo en “Niños del hombre” y entregarnos 16 minutos de una toma espectacular y bellísima al inicio de “Gravedad”. Justamente el uso de un solo plano secuencia, sirvió de inspiración a Alejandro González Iñárritu en “Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia”, donde prácticamente toda la película se filma con esta técnica perfeccionada y embellecida por Cuarón. También, la forma de filmar escenas ubicadas en el espacio exterior y que nos entregara en “Gravedad”, influenciaron a Christopher Nolan en “Interstellar”, no me digan que no notaron la escuela de Cuarón en esa película que me dejó con una depresión post filme como de tres días.
Alfonso Cuarón es sin duda, uno de los artistas mexicanos más reconocidos a nivel mundial por la forma tan innovadora y vanguardista de hacer cine. Tengan por seguro que siempre van a ver una cinta de dimensiones épicas cuando la dirija él. No nos queda más que aplaudirle a este cineasta y seguirlo teniendo de orgullo, para que nos siga sorprendiendo cada vez que filma. Gracias a Cuarón, el universo cinematográfico de Harry Potter se convirtió en lo que fue. Gracias a la escuela de Cuarón, se hace buen cine en todo el mundo.