Carlos R. Aguilar Jiménez.
El argumento favorito y promesa de campaña más utilizada por el presidente fue combatir la corrupción en la que vivimos hace décadas, y para él desde que inició su satanizado neoliberalismo, declarando en su discurso de asunción del cargo que la corrupción será delito, sin embargo, la corrupción como definición abstracta o concepto no es un delito ni lo puede ser, porque se trata de una acción o efecto de corromper o corromperse, como vicio o abuso introducido en cosas no materiales, sobornando o dando dádivas con el ánimo de complacer a otro para que nos dé o haga lo que deseemos sin pasar por trámites o requisitos establecidos, de tal forma que no es fácil calificar o señalar a alguien de corrupto, pero si como ratero, defraudador, secuestrador, delincuente o criminal, porque está perfectamente tipificado y existen procedimientos legales para enjuiciar y condenar.
Inició el sexenio de AMLO y según sus promesas especializado en acabar con la corrupción y quizá así sea a nivel federal, pero no en territorios estatales donde no gobierna morena, porque al menos en Oaxaca continúan los corruptos y abusivos operativos de la policía vial, instalados en el monumento a Juárez rumbo a Tuxtepec y salida a México donde los policías más corruptos del mundo siguen dedicandose a detener y asaltar a motociclistas, automóviles y camionetas viejas manejadas por conductores sin posibilidad de defensa ante los prepotentes policías viales, de la misma forma que continuarán la corrupción de profes de la Gestapo 22 con bloqueos, barricadas y perjuicio a escolares pobres, así como la invasión imparable de vendedores ilegales, venta de piratería, atracos de taxistas, el pésimo transporte urbano, inoperancia de semáforos, millones de baches, falta de agua, infame servicios de salud pública, paupérrima educación, el soborno, “moche” y todas las prácticas de corrupción que nos parecen normales, donde aplica el refrán que dice: “quien no tranza no avanza” y que ser difícil extirpar, no digo sea imposible, pero sí complicado porque más allá del gobierno y sus buenas intenciones, así es el sistema, la cultura y cotidianidad, frente a la indolencia, pereza e ineficiencia de la mayoría de gente con salarios paupérrimos, que para ayudarse económicamente, recurren al soborno recíproco para que todos salgan ganando, quien soborna para evitarse trámites inacabables y quien recibe el soborno para agilizar lo que sea y así ganar un dinero o servicio extra. Obviamente, corrupción también es mentir y engañar, y esto porque al margen de consideraciones éticas, lo que AMLO define como Cuarte Transformación, a dos días de ser presidente y con el beneficio de la duda, todo lo que prometió parece ser un catálogo de innegables y Magníficas Intenciones, porque del dicho al hecho… hay que tener mucho dinero para cumplir y, no existen desayunos gratis, todo tiene un costo y consecuencias de paquete completo, así que muy bien que quiera hacer un Tren Transístmico, otro Maya, refinerías cuando en breve los autos serán híbridos y eléctricos y otras obras e infraestructura que cuestan miles de millones de dólares, que con vender aviones y quitar altos sueldos a funcionarios y políticos, no alcanza ni para terminar la carretera a la Costa. Corrupción también es manipular, engañar, prometer lo que no es posible y peor aún, violar el Estado Laico sometiéndose a rituales religiosos dizque ancestrales o prehispánicos, solo falto que después de las limpias fuera a la Basílica por otro ritual religioso, como hizo Fox.