Carlos R. Aguilar Jiménez
Iniciada justo a tiempo por Hernán Cortez, la invasión y Conquista de la ciudad de Tenochtitlan en aquel 14 de marzo de 1519 (hace ya medio siglo) y en un asedio que duraría hasta agosto de ese mismo año, finalmente se consumó la ocupación, durante el transcurso de aquellos días de hace 500 años, se estaban consumando las batallas y acontecimientos que van más allá de la interpretación política, económica, cultural, social y el resentimiento que todavía queda en algunos mexicanos, lo cierto es que gracias la Caída de Tenochtitlan hace medio milenio, los mexicanos modernos son cristianos, católicos y guadalupanos que reniegan o perjuran de su pasado prehispánico al no reconocer al verdadero y único Dios azteca: Tonatiuh, Dios solar relacionado con Huitzilopochtli y Tezcatlipoca.
Cayó Tenochtitlan, pero no cayó México, porque no existía tal país o nación, sino únicamente el Imperio Azteca y los diversos pueblos dominados y sometidos por los aztecas, quienes al tener la oportunidad de liberarse del dominio y opresión cruel de los mexicas, como los tlaxcaltecas, apoyaron incondicionalmente a los conquistadores españoles para combatir a su lado y emanciparse así de Tenochtitlan, ciudad que había prosperado y crecido debido a los tributos, impuestos y provisión de doncellas y jóvenes para sacrificar, extrayéndoles el corazón para ofrendarlo a su Dios Tonatiuh.
Cayó Tenochtitlan y con la ocupación española el resto de los pueblos y aldeas de lo que ahora es nuestro país, liberándose así del opresor y déspota Imperio Azteca, terminando las “Guerras Floridas” que servían para proveer de cautivos que después serían sacrificados y terminando también la dinámica social, cultural y religiosa prehispánica, para iniciar la etapa de la Colonia en la que se convertiría a los indígenas o indios americanos al cristianismo, conformándose paulatinamente el mestizaje y gestación de la nación que sería la Nueva España y ahora República Mexicana, en la que la mayoría no son mexicas ni aztecas, sino zapotecas, mixtecos, mayas, mazahuas, totonacas, olmecas y muchos pueblos más que antes de la caída de Tenochtitlan estaban sometidos por el Imperio Azteca, así que si en cdmx pretenden realizar ceremonias luctuosas o conmemoraciones 500 años después e incluso exigir disculpas a España, lo cierto es que al resto del país, a los zapotecos hoy oaxaqueños, si bien la Conquista representó un cambió de opresor: azteca a español, de una y otras formas los católicos, protestantes y demás religiones cristianas activas y devotas en el México de hoy, debieran sentirse agradecidas y felices, incluida Oaxaca de Juárez este 25 de abril, al celebrar su declaratoria oficial como ciudad otorgada por el Rey Carlos V, circunstancias que nunca hubieran ocurrido si no hubiese caído Tenochtitlan hace cinco siglos, por lo que en las ceremonias oficiales debiese, quizá, incluirse un reconocimiento oficial y religioso a los españoles por haber rescatado a los pueblos prehispánicos del paganismo y apostasía en que vivían nuestros ancestros sometidos por el cruel y brutal Imperio Azteca, casi como hoy.