Carlos R. Aguilar Jiménez.
De acuerdo con el último censo realizado por autoridades municipales, existen 3,500 puestos en la vía pública, la mayoría funcionando de manera irregular, invadiendo todo espacio público, desde jardines hasta banquetas y ahora todo el andador turístico, convirtiendo el Centro Histórico en extendido grotesco mercado desde el pañuelito junto a Santo Domingo hasta el mercado de Abasto, porque sin excepción todas y cada una de las calles en ese recorrido están infestadas de puestos de vendedores ambulantes, además de pordioseros, narcomenudistas, vendedores de piratería, cosas robadas a camiones de transporte, faltando únicamente mototaxis y vacas sagradas para que Oaxaca se compare con Calcuta o Bombay.
La plaga nociva de vendedores ambulantes no es únicamente responsabilidad del gobierno municipal actual, es una padecimiento social y económico que se remonta al siglo XX, cuando la inacción y torpeza de pasados ayuntamientos, por compromisos políticos o manejos sociales, incluso por amenazas de grupos de resentidos sociales y colectivos en resistencia, argumentando tener cualquier cosa, en multitud sometieron y pusieron de rodillas a expresidentes municipales o en contubernio con ellos, consiguieron permisos para instalar, primero tianguis y luego puestos donde quisieron y, si finalmente se logró liberar de esa plaga nociva al jardín Conzatti, el Llano y la calle anexa al Jardín Labastida, la invasión de ambulantes desde el año pasado se cambió a calles del Centro Histórico, Alameda, zócalo, Bustamante, las Casas, Alcalá y, las que sigan, porque se consideran intocables al decirse pertenecer a la mafia de la CTM, Antorcha Campesina, comunidad indígena de triques, zapotecos y si pueden hasta de marcianos o venusinos defendidos por la Comunidad Planetaria en resistencia.
Instalar un puesto ambulante en la calle no es problema: es suficiente ser pariente o amigo de algún líder venal o de alguien que ya tenga un puesto, para instalarse junto o enfrente, sabiendo que será defendido por los demás vendedores, y si afirma ser de un sindicato, asociación, colectivo o del magisterio, como funcionan los autobuses piratas del magisterio ,no hay problema, porque la ilegalidad y abuso es lo que impera en Oaxaca, limitando a las autoridades para extirparlos como plaga maligna, porque de inmediato se quejaran con sus líderes, con la Secta 22 del magisterio vendrán los secuestros de oficinas, marchas, plantones y, lógico es que ninguna autoridad quiera ser calificada como represora o déspota, prefiriendo dejar las cosas como están o peor, porque ningún gobernante en su sano juicio ha de querer confrontarse con grupos de gente que no tiene nada que perder y son capaces de lo peor con tal de defender sus intereses y sin que les importe, co o delincuentes, la ley y respeto a los demás.