Carlos R. Aguilar Jiménez.
Exacta o precisamente según definiciones técnicas, no falla la educación sino la instrucción escolar, porque la educación o formación humana, el respeto, las buenas maneras y comportamiento ético únicamente se aprende y aprehende en casa, con los padres y familia, no con los profes y menos con los de la Gestapo 22, porque si así fuera, todos los niños que no pueden asistir a estudiar en escuelas privadas estarían educados para el resentimiento, rencor y conducta inmoral especializada en hacer daño y perjudicar gente con tal de conseguir sus mezquinos propósitos, bloqueando calles, secuestrando autobuses, robando camiones repartidores y causando todo tipo de perjuicios a gente humilde, tal como hacen los normalistas educándose para ser profes asaltando casetas de autopistas o robando lo que puedan a vehículos con logos de comercios nacionales o internacionales; pero más allá de estas anécdotas relacionadas con la instrucción o educación, lo cierto es que falla la educación. Urgen cambios a los modelos enseñanza porque los alumnos no asimilan las matemáticas, siendo, como dice el Dr. José Antonio Seade Kuri: “Un gran problema porque los índices de reprobación son altos debido a que la forma de enseñar es árida y no genera ningún interés para los estudiantes”.
Y efectivamente, la enseñanza de las matemáticas es árida, sin interés y ajena a la satisfacción y placer que genera el entendimiento de fórmulas, ecuaciones o teoremas, porque desde los primeros años de instrucción escolar, la enseñanza es deficiente porque los mismos profes no entienden ni trascienden operaciones matemáticas que de la trigonometría al cálculo diferencial o integral, apenas si comprenden el binomio de Newton y creo que eso es decir mucho, porque es un hecho que no se puede enseñar lo que no sabe, lo que se ignora y, de la misma forma que quien no puede leer una partitura o el idioma chino, jamás podría enseñar música o mandarín, igual que matemáticas, lastimando la instrucción de niños que jamás entenderán la belleza del numero Áureo, la importancia de Pi o la escala del teorema de Pitágoras, por no mencionar el de Fermat y otros, que nunca conocerán los niños debido a su analfabetismo matemático, optando, al no entender matemáticas, por licenciaturas saturadas, eligiendo profesiones con excesiva competencia donde los números, ecuaciones, fórmulas, teoremas o procedimientos con cifras no existan, eligiendo lo humanista, literario o artístico, perdiéndose así magníficas oportunidades de empleo con salarios elevados, porque es un hecho que empresas, industrias, fabricas y laboratorios del mundo desarrollado requieren matemáticos, no abogados o administradores, sino expertos en algoritmos, abstracciones, matemáticas aplicadas, formulas y ecuaciones para utilizar en química, electrónica, computación, cibernética, robótica y todas las profesiones del mundo moderno que requieren matemáticas.