Carlos Morales.
Con Xhunaxhi, joven indígena zapoteca, ojo biche, de Unión Hidalgo, tuve la oportunidad de empezar a hacer vigente el derecho a la lengua. Ella estudiaba Educación Física en la Normal Superior de Oaxaca los fines de semana y tenía dificultad para comunicarse en castellano. No iba bien en la escuela, para congraciarse con uno de sus maestros le trajo tres docenas de huevos de tortuga. Aquella mañana de mayo de 2005, el hambre le hizo una mala jugada, ante la falta de dinero tomó 12 huevos de quelonio marino y los cambió por un queso a un vendedor ambulante. Se disponía a marcharse cuando llegó la policía. Fue llevada a las oficinas de la Fiscalía. Al día siguiente, su madre después de empeñar un terrenito, pagó una fianza de diez mil pesos y Xhunaxhi recobró su libertad.
“Li, li”, —decía en la oficina de la defensoría pública federal del Juzgado Octavo de Distrito, desde la musicalidad del zapoteco antes de su declaración preparatoria— “yo no puedo hablar bien con juez, no hablo bien castilla, no será posible que tú que mero eres mi paisano me auxilies con la idioma para que yo me defienda bien”. Pedí al juez le asignara un traductor pero ella decía mitad en broma mitad en serio: “ni el traductor, ni el juez me entienden, yo quiero la justicia en zapotecu”. Ahí nació la idea de promover, de hacer escritos en lengua indígena que visibilizaran que los procesos penales no era coto exclusivo del castellano sino que era posible promover en cualquiera de los idiomas originarios. Xhunaxhi y yo nos pusimos a trabajar. Empezamos a escribir y la lengua de los ancestros se resistía a ser insertada en un papel. La gramática de Velma Picket era una de las herramientas. Llevábamos más de la mitad del amparo en la dulce lengua Diidxazá cuando recibimos la noticia de que el tribunal unitario había revocado el auto de formal prisión y decretado su libertad. Nunca más volví a ver a Xhunaxhi, espero que haya terminado su carrera y es posible que ahora imparta en zapoteco clases de educación física a niños indígenas en algún pueblo olvidado de nuestra geografía oaxaqueña. Tres años más tarde, en el turbulento 2006, otra defendida mía Amelia Castillo Galán, indígena chinanteca promovería la primera demanda de amparo en lengua indígena.
(**) Presidente de Litigio Estratégico Indígena A.C. causante de que las autoridades federales, Estatales y municipales estén obligados a rescatar los ríos Atoyac y Salado