Carlos R. Aguilar Jiménez.
De los diversos ciclos o periodos que contamos en nuestra vida los dos más importantes son el fin y principio de año en la cuanta del calendario, y nuestro cumpleaños; el primero a nivel global porque abarca casi toda la humanidad y, el segundo a nivel individual porque al cumplir años comenzamos una nueva etapa o ciclo de vida, de tal forma que al iniciar 2020 tenemos esperanzas y expectativas de que en el nuevo ciclo nos vaya bien y hasta podamos cumplir con nuestros deseos y aspiraciones, y si bien a nivel privado a los demás poco o nada nos interesa, lo cierto es que a nivel mundial, nacional, estatal o municipal si nos interesa y preocupa lo que vaya a suceder.
2020 será un año difícil para todos los mexicanos porque el año anterior no hubo crecimiento económico, aumentó la inseguridad, creció la impunidad y al recortarse el presupuesto de muchas instituciones, las perspectivas en salud, educación, cultura, ciencia y deportes no son optimistas, y si bien a improductivos que ni estudian ni trabajan les irá relativamente bien este año porque recibirán su dádiva mensual, quienes en verdad trabajan, producen, crean e impulsan la economía de este país, desde los altos empresarios al más humilde obrero, al perderse empleos, disminuir la inversión y no saber que decisiones caprichosas tomará el gobierno este año, la incertidumbre desalienta la inversión, porque si se puede decidir sin información científica aeronáutica cancelar obras avanzadas de un aeropuerto para hacerlo en otro lugar, tratar de vender un avión que a nadie interesa y se pagan miles de dólares por almacenaje, iniciar la construcción de una nueva refinería en tiempos en que el petróleo está punto de ser un combustible obsoleto o se pretende construir un ferrocarril que le de la vuelta a la península de Yucatán, cuando lo ideal sería un tren que se desplazara de sur a norte desde Chiapas hasta Tijuana, se entiende que no hay decisiones informadas, apoyadas por especialistas, sino un clientelismo que sirve para conseguir aceptación electoral de quienes menos entienden de asuntos técnicos y un populismo que polariza a la sociedad al hacer creer a todos con conferencias de prensa en la mañana, que todo está bien, que no importa el crecimiento sino el desarrollo, que la ciencia es neoliberal, el deporte es para ricos y el arte para nerds, arruinando las expectativas de alumnos destacados al no contar con becas y perjudicando a deportistas al no tener apoyos para fogueo o viajes de preparación, tal como sucederá este año durante las olimpiadas de Tokio en las que lo más probable es que México obtenga menos medallas que nunca y las que se consigan se deben al esfuerzo extraordinario e individual de los atletas pero no por el apoyo del gobierno, un gobierno que está más interesado en la mediocridad, insuficiencia y mezquindad que disfraza muy bien de austeridad.