Carlos R. Aguilar Jiménez.
Si buscamos quienes son los dueños de este planeta, quienes tienen mayor antigüedad, presencia en todos los nichos ecológicos, mayor cantidad de masa, mejor capacidad adaptativa y evolutiva, sin duda que son las bacterias y virus, microorganismos que han existido en la Tierra hace más 3 mil millones de años, sobreviviendo todo tipo de circunstancias y contingencias, adaptándose siempre a cambios ecológicos y geológicos, superando en todos los aspectos de supervivencia a los dinosaurios, trilobites y otras miles de especies que se extinguieron y no sobrevivieron al imperativo más importante y fundamental de la vida: “Comeos los unos a los otros”. Los humanos aparecimos apenas hace medio millón de años y nos creemos pedantemente dueños del mundo.
Más allá de lo que se quiera considerar como imperativo para vivir, incluido el deseo sexual para reproducirnos, primero está el de la alimentación y, para ello, antes que amarnos, debemos comernos los unos a los otros en la dinámica de la cadena alimenticia, comenzando con los organismos más sencillos: virus y bacterias que siempre nos quieren comer y en el transcurso primero nos enferman y luego nos matan para comernos, como ha sucedido con las pandemias de la Peste Bubónica, Cólera, gripa aviar, vacas locas, fiebre amarilla, influenza, sida y muchas otras contra las que para defendernos hemos inventado armas biológicas efectivas: vacunas, insecticidas, antibióticos, desinfectantes, anti gérmenes, antisépticos, venenos, fumigaciones y todo lo que se nos ocurra en una carrera de armamentos en que la paradoja de la Reina Roja de Alicia en el País de las Maravillas se cumple totalmente, porque por más que corramos siempre estaremos en el mismo lugar, debido a que las bacterias y los virus mutan y adaptan a nuestra armas, cambiando su ADN para hacerse inmunes y así, reinventándose, engañar a nuestro sistema inmunológico y anticuerpos para poder comernos, como sucede ahora con el coronavirus, epidemia que surgió en China que amenaza con infectar al planeta, causando, en el peor de los casos miles o millones de muertos si no se toman a tiempo las medidas correctas, apoyando de manera especial a investigadores médicos, bioquímicos y demás especialistas de la salud para que inventen el antídoto al coronavirus, porque absolutamente nada se lograra con rezos, pedimentos u oraciones, esas no curan ni sirven para nada, excepto para sentirse bien psicológicamente, en una guerra interminable que únicamente podremos ganar por medio de la ciencia médica, ciencia de investigación y exploración de microbios que únicamente se realiza en Europa o EU y China, porque en México no hay ni medicamentos para niños con cáncer, porque ante la amenaza de una pandemia que extermine un alto o bajo porcentaje de la humanidad, nuestro país esta más interesado en rifar un avión viejo, que en construir hospitales y apoyar la investigación científica que ya ha cancelado y seguirá… mientras los virus y bacterias, ahora el coronavirus, se reproducen y nos comerán felizmente.