Carlos R. Aguilar Jiménez.
En la vida el imperativo costo beneficio nos condiciona a sobrevivir de la forma que sea y en cualquier circunstancia, porque la prioridad de la existencia es el primer mandamiento: “Comeos los unos a los otros”, sentencia vital que determina tenemos que matara a otros seres vivos para comer y así vivir, y una vez alimentados o satisfecha nuestra prioridad vital, puede venir lo que sea, hasta “amaos los unos a los otros”, siendo fundamental la salud, fortaleza y vigor para con ánimo realizar toda actividad, que sin salud es imposible, en una dinámica biológica inexplicable e irracional en función de las protestas de verbeneros, tianguistas y demás comerciantes que pretenden no interrumpir su trabajo ante la contingencia de cuarentena, privilegiando lo económico, sus ganancias, antes que su propia salud y de los demás, argumentando neciamente que si no trabajan no tienen para comer, y efectivamente, no tendrán para comer porque si se contagian, enfermaran y posiblemente morirán, de la misma forma que la gente que en sus ferias o verbenas se infecte del virus.
Es extraño e insólito pero mucha gente no comprende ni trasciende la gravedad de la enfermedad contagiada por un virus al que hasta el momento la ciencia no ha encontrado como matar sin matar al huésped del covid-19, creyendo quizá como el presidente A.M, que estampitas religiosas o rezos y plegarias les protegerán, arriesgando su salud y la vida de los demás, porque al no entender que se trata de una pandemia real causada por un virus mutante, hay quienes creen es un complot organizado por neoliberales como dicta A.M, eligiendo trabajar sin que les importe infectar a los demás, porque ellos que no creen en la objetividad y virulencia como sucede con la mayoría de gremios de resentidos sociales y fracasados, para quienes sus intereses económicos están antes que los demás, y así, poco o nada les importa la salud o vida propia y ajena, porque en general no tienen nada que perder, su vida es mezquina, lastimosa y al hacer todos los días un trabajo que no les gusta, resulta que su vida no vale nada, no obstante, somos muchos que si nos gusta nuestro trabajo, la vida nos parece maravillosa y queremos que en nuestro epitafio, como en el mío, se escriba: “Aquí yace Carlos Aguilar, quien murió en contra de su voluntad”, porque queremos vivir y así si para mal hay quienes anteponen sus intereses económicos a la salud y vida y no les importa enfermarse o enfermar a los demás, a muchos si nos importa más la salud y por ello, el gobierno debe aplicar la ley obligando a cerrar negocios donde haya riesgo de contagios, especialmente tianguis y sitios de actividades comerciales donde como focos de contagio, con uno esté enfermo sin saber por falta de síntomas, podría contagiar a miles causando más dolencias y tragedias a las que vivimos confinados en casa y sin posibilidad de realizar nuestras actividades cotidianas asumiendo responsabilidad y compromiso con nuestra salud y vida, y la de los demás. Optando por la vida y salud y después el dinero, No hay nada que valga más que la salud, y no hacer negocios unas semanas no mata a nadie.