Carlos R. Aguilar Jiménez.
Los restos de mastodontes y otras bestias halladas por azar en las obras donde se construye el aeropuerto del capricho de A.M. son de 132 mamuts, más 19 osamentas de camélidos, bisontes y caballos, del pleistoceno, además de ofrendas, esculturas, cuchillos de obsidiana y piezas de cerámica más recientes, en el extremo norte de lo que podría ser la terminal aérea de Santa Lucía, constituyendo un hallazgo extraordinario por la enorme cantidad de osamentas casi completas, convirtiéndose este descubrimiento paleontológico en un estorbo o complot, según fanáticos de A,M, para obstaculizar el aeropuerto se concluya este sexenio y, es que todo constructor, ingeniero o arquitecto, saben bien que los planes de edificación y presupuestos originales nunca salen como se espera o calcula.
La vida está plagada de contingencias, complicaciones y dificultades que limitan lo que cualquiera dispone o planea realizar, debiendo cada individuo o especie, adaptarse a las cambiantes situaciones ambientales o ecológicas, como ha sucedido al 99 por ciento de las especies que han existido en la Tierra y que ahora están extintas, desaparecidas para siempre, incluidos los dinosaurios, del mismo modo que los mamuts o camellos que hace 20 mil años o más deambulaban desde las zonas septentrionales más frías de América hasta México, y que en gran medida se extinguieron ante la cacería extrema de que fueron objeto una vez la humanidad atravesó el estrecho de Bering y pobló este continente, en una dinámica de extinción y selección natural que, no obstante los agoreros del desastre, mejor conocidos como fundamentalistas verdes o ecologistas, la vida se adapta y las nuevas especies proliferan felizmente, así que el hallazgo circunstancial de osamentas de mamut, al margen de la inmensa importancia que tienen para la paleontología y paleoecología, para la ciencia en general, los trabajos de investigación y análisis que deberán realizar los estudiosos, dilataran años y seguramente ampliarán el área de búsqueda y hallazgos, imposibilitando que una importante zona de lo que sería el aeropuerto deba modificar el uso de suelo y ahí se construya un museo de sitio, un lugar especial como las cuevas paleolíticas de Altamira en España o Lascaux en Francia, claro está si el gobierno no dice que tiene otros datos y decide que los mamuts son falsos, plantados en el lugar por el expresidente Calderón o los neoliberales para impedir el avance de la obra del aeropuerto. Será interesante saber que sucederá, si se impondrán los caprichos y ocurrencias y el cementerio de mamuts se cubre de asfalto para pistas de aterrizaje, o se convierte en un lugar consagrado de la historia evolutiva de México, mientras los paleontólogos y demás especialistas del INAH realizan su trabajo de exploración y análisis del lugar, donde por haber sido un lago, se encuentran otros valiosos especímenes de la flora y fauna del pleistoceno, que servirán para comprender cómo se desplazaron y vivieron nuestros ancestros cazadores recolectores y que tipo de existió en esa latitud hoy CDMX.