Nematini Vladimir Acevedo Silva
En días pasados navegando en la red, leí un comentario el cual refería que la sociedad civil debería de contribuir con propuestas y, en consecuencia, acercarse a los partidos políticos de oposición para lograr así un contrapeso a la actual hegemonía que tiene Morena en el poder. Esto llamó notablemente mi atención, ya que los pocos partidos políticos que se hacen llamar de “oposición”, en este momento los vemos tibios, con poco de liderazgo, pero intentando llamar la atención a toda costa.
En algo sí tenía razón esa publicación al señalar que la sociedad civil tiene que realizar propuestas que sirvan como contrapeso a la actual administración, la cual no termina de despegar, pero que sí empieza a generar ciertas dudas en la ciudadanía que los eligió. Es una falacia que los partidos políticos de “oposición” puedan servir como aliados de aquellas agrupaciones, asociaciones civiles y colectivos que, por años han luchado para hacerse escuchar.
Si fuese así ¿acaso el PAN se solidarizaría con los padres de familia que perdieron a sus hijos en la guardería ABC?, ¿ahora sí habría justicia?, o ¿el PRI a casó se uniría a la exigencia de justicia que piden los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapan?, ¿por fin votarían a favor de la despenalización del aborto? ¿se lograría con su apoyo la legalización y regulación de la marihuana en México? Desafortunadamente la respuesta es no.
Se les debe recordar a aquellos partidos de “oposición” que ya no se vive en la época en que la sociedad civil les servía de brazo político. Ya no deben existir más una CTM, una CROC o una Antorcha Campesina. La ciudadanía hoy en día es más consciente.
Fue el mismo pueblo quien votó por un cambio de régimen, de sistema y de ideas, motivado por un hartazgo social cuasado por múltiples actos de corrupción de antaño, asesinatos en contra de activistas sociales y un crecimiento incontrolable del crimen organizado, el cual ha lastimado y fracturado el tejido social. Fueron pues estos factores los que detonaron el cambio de régimen político que México deseaba.
Sin embargo, esto no quiere decir que población detendrá su lucha. Al contrario, se ha empoderado aún más por impulsar diversos proyectos que transformen el país. Prueba de ello es que se tenga en la agenda legislativa, la discusión de la despenalización del aborto, un importante logro del movimiento feminista, más no de los partidos políticos.
O también el que una agrupación de defensa de los pueblos indígenas haya marcado precedente para obligar al Congreso de la Unión en crear una Ley Nacional de Consulta Indígena y Afromexicana, a consecuencia de la omisión que han cometido nuestros propios representantes populares desde hace ya años atrás.
También se podría señalar el logró obtenido por parte de la comunidad LGBT, quienes, haciendo uso de mecanismos jurídicos como el amparo, consiguieron que ninguna autoridad administrativa o judicial les negara poder casar a personas del mismo sexo. Lo cual derivo que diversos estados reformaran sus Códigos Civiles locales.
La sociedad civil organizada ha hecho uso de diversas estrategias con el objetivo de que sus demandas sean escuchadas y tomadas en cuenta. En cambio, han sido los partidos de “oposición”, quienes en su momento echaron mano para bloquear esas legitimas propuestas, ya sea a través de la descalificación de las ONGs que las proponían, o mediante usos como la intimidación y la desaparición forzada.
Los tiempos actuales exigen que sean los colectivos, asociaciones civiles y agrupaciones quienes continúen trabajando y proponiendo, siempre de la mano con la comunidad. Es ahí donde existirá y perdurará la oposición que México necesitará ante los tiranos que se erijan no solo hoy, si no en un futuro cercano.
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