Xóchitl Jazmín Velázquez
Unidad, respeto, libertad, igualdad, paz, equidad, vida, justicia, seguridad, inclusión, tolerancia, son expresiones que durante los últimos años se han consolidado como un reclamo por parte de la sociedad a los gobiernos en turno. Las mujeres en especial, hemos colocado en la tribuna pública algunas de estas exigencias, incluso hemos salido a la calle para manifestarnos y exigir una mejor respuesta o mayores espacios de oportunidad para discutir y aportar alternativas a los problemas.
A pesar de los avances en materia legislativa e institucional, ha sido insuficiente para que algunos conceptos permeen en la conducta de todas y todos los que hemos exigido estas acciones, porque cuando se trata de observar que alguien avanza, se desarrolle o crezca, nos emergen los verdaderos sentimientos internos, como expresaba el filósofo Hobbes “el hombre es el lobo del hombre”.
Un ejemplo pueden ser las designaciones públicas, cuando los procesos avanzan y se conocen a los aspirantes es común ver los ataques en los medios, fotos íntimas, con familiares o amigos, comunicaciones privadas, señalamientos de corrupción sin pruebas o bien el surgimiento de campañas de desprestigio bajo el argumento de “campaña estratégica”, pero ello no sólo tiene un impacto mediático, también impacta en la institución, los aspirantes y, lo más importante – que pareciera no importar a quienes las realizan- sus familias; sobrepasando la valoración técnica, la experiencia, la academia o los resultados obtenidos en su función por el nombre de su ex pareja, sus amistades, sus afinidades o simplemente por coincidir con alguien que no debería.
A pesar de los espacios alcanzados por las mujeres y paisanas Oaxaqueñas a nivel nacional como Natalia Toledo en la Subsecretaria de Diversidad Cultural y Fomento a la Lectura o la poeta juchiteca Irma Pineda Santiago quien es la primera mexicana representante indígena ante la ONU, la semana pasada estuvimos a punto de ver a una oaxaqueña en el Consejo General del INE, desafortunadamente las condiciones no se consolidaron y permearon más los señalamientos de diversos actores públicos que los méritos expuestos.
Hoy, tenemos la oportunidad de apoyar a las candidatas oaxaqueñas propuestas para presidir el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), podemos mandar una señal diferente al país sobre nuestra cultura y solidaridad como paisanos.
No limito la exposición de las ideas y menos la libertad de expresión, pero no contar con los elementos de prueba y replicar lo que otros dicen, no puede recibir un calificativo mayor a un rumor, y los rumores le han causado un daño mayor a nuestro país.
Mi respeto, solidaridad y sororidad con las aspirantes a un cargo público por el respeto a mis ideales y por ser mujer.