Ejército en deshonra

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Carlos R. Aguilar Jiménez.

De los incontables gremios, corporaciones, asociaciones o instituciones oficiales en los que se desempeñan los ciudadanos mexicanos, muchos de estos han caído en el desprestigio y descredito total desde finales del siglo pasado, como sucede con policías viales y policía en general, que de dignos y distinguidos personajes se convirtieron en maleantes con uniforme oficial, de la misma forma que los taxistas, actualmente reclasificados como roba maletas, abusivos y montoneros, al igual que los profes de la Secta 22 del magisterio, otrora docentes de excelente reputación hoy, póngidos burócratas de la educación y así la lista podría seguir, salvándose hasta hace unos días el otrora Glorioso Ejercito Mexicano, donde si para mal algunos de sus miembros habían sido descubiertos como abusivos y prepotentes violadores de derechos humanos, hoy, al revelarse que el más alto mando, el supremo general de las fuerzas armadas del ejército, Salvador Cienfuegos Zepeda, habría sido detenido en EU por asociación delictuosa con el narcotráfico, lavado de dinero y protección militar a al crimen organizado, la pregunta que surge es ¿cuantos más de los integrantes del ejercito son iguales o peores en cuanto a corrupción y los delitos que se le imputan?. Porque no protegía a la delincuencia solo, forzosamente debió contar con el apoyo incondicional e irrestricto de la cadena de mando de los militares o soldados de menor rango, en una cadena de delincuencia y corrupción militar.

Antes de la detención del ex general de Estado Mayor y jefe supremo de las fuerzas armadas, todos los políticos, gobernantes y ciudadanos se deshacían en elogios y aplausos hacia los soldados, reconociéndose su trabajo y solidaridad con el pueblo bueno y santo durante los desfiles o en su desempeño con el Plan DN-III, ese pueblo que hoy sabe los militares no lo merecen, porque si se tratara de la tropa, algún pelotón, escuadra, destacamento o patrulla cualquiera, podría decirse que es una excepción o anomalía, pero se trata de la detención por delincuente de quien fuera el general de más alto rango y  quien debiera ser ejemplo de honradez y probidad a toda prueba, poniendo ahora en duda y entredicho al resto de soldados en todas las jerarquías castrenses, de la misma forma que entre policías, taxistas y profes, donde obviamente existen quienes se desempeñan con honor y rectitud, pero el gremio en general está desprestigiado ante la sociedad, y así ahora sucede lo mismo entre soldados del ejercito mexicano donde si bien deben existir militares honrados a toda prueba, dignos soldados dispuestos a dar la vida con honor por México, lo cierto es que ahora el ejército está desprestigiado, y no únicamente porque el detenido fue funcionario del sexenio anterior, sino porque siguen en funciones todos sus colaboradores, cómplices que sabían o estaban involucrados en los delitos que la DEA en EU le imputa, y de los que tienen pruebas y evidencias suficientes, por lo que se acabó para siempre el prestigio y buena reputación de los soldados mexicanos, sospechándose ahora que desde arriba impera la corrupción y delincuencia, sin saber hasta donde se impregnó de podredumbre, delincuencia y corrupción el otro Glorioso Ejercito Mexicano.

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