Carlos R. Aguilar Jiménez.
Se celebró el día del médico, profesional de la medicina especializado en tratamientos, procedimientos y técnicas científicas para devolver la salud a pacientes o procurar no enfermen, utilizando antibióticos, vacunas, procedimientos quirúrgicos con anestésicos químicos para evitar el dolor y aplicación de instrumentos y equipos que la ciencia ha inventado y perfeccionado para recuperar la salud de enfermos, quienes, no obstante, saben gracias a las ciencias médicas han sanado y recuperado su bienestar y calidad de vida, todavía siguen agradeciendo a seres sobrenaturales, divinidades y demás entes de la superstición, el pensamiento mágico o creencias en religiones que han existido y existen vendiendo promesas de vida eterna en el más allá y milagros en el mundo.
Vivimos una pandemia que en el mundo ha matado más de un millón de personas y en México estamos por llegar a 100 mil, deteniéndose o controlándose esta enfermedad en algunos casos por razones genéticas o atención médica oportuna, pero siempre salvándose gracias a las ciencias médicas y trabajo y conocimiento de médicos, además previniendo el contagio con distancia segura, uso de cubrebocas y desinfectantes en espera que las ciencias médicas sigan investigando, experimentando y probando el uso de una vacuna que nos inmunice, o de un medicamento que nos cure, porque son dos opciones y son científicas: medicamento, como la penicilina, o vacuna, como la de viruela, una nos sana, otra inmuniza, pero siempre en función de las ciencias médicas, no de rezos, pedimentos, oraciones o agua bendita, porque sirve más el gel, jabón o alcohol que el agua bendita. Y sirve más la sana distancia que asistir a misa o peregrinar a la villa de Guadalupe, contexto que debiera hacer entender a la población la importancia de la medicina científica y el estudio y desempeño profesional de médicos y todo el personal de salud, porque si bien como placebo los rezos u oraciones pueden hacer sentir bien a los creyentes, lo cierto es que únicamente han sido las ciencias médicas y los médicos quienes han aumentado el promedio y calidad de vida, han acabado con el terror a la viruela, poliomielitis, influenza, sarampión, difteria, paludismo y una lista de enfermedades antes mortales que hoy casi no existen o son curables, esperando lo mismo pronto contra el covid, enfermedad que será exterminada o curable en unos meses o más, pero se curará y, no porque el Sumo Pontífice, Imán o Tlatoani recen mucho o los curas y creyentes le pidan a Dios que los sane, sino porque ahora mismo miles de especialistas científicos que hace unos siglos habrían sido herejes satánicos a quienes habría que torturar, expropiar bienes y quemar, trabajan arduamente en laboratorios bioquímicos, y virólogos, epidemiólogos, físicos, químicos, matemáticos, médicos especialistas, dedicando semanas y meses, aplicando sus conocimientos científicos, buscan el medicamento o vacuna; mientras los creyentes esperan que su Dios, que dicen es omnímodo, omnisciente y todopoderoso, que no hace nada, les salve por obra y gracia… Alabados sean los médicos y la medicina científica. Felicidades uno o dos días después y siempre.