Carlos R. Aguilar Jiménez.
Vienen los Días de Muertos, fieles difuntos y todos los santos, obviamente, los que no hemos olvidado, porque uno se muere dos veces; la primera cuando cesa la vida y somos considerados cadáveres, que no obstante dejamos de existir, nuestros familiares y amigos nos recuerdan y continuamente o durante los Días de Muertos incluso ofrecen en Altar de Muertos, ofrendas, viandas y lo que recuerdan nos deleitó en vida: pan de muerto, chocolate prehispánico Jave, Mezcal Galáctico, frutas, dulces o una coca o cerveza, sin olvidar una fotografía de los seres queridos, y la segunda muerte, cuando se olvidan de nosotros y, nuestros descendientes, las nuevas generaciones ni idea tienen que existimos, excepto que hayamos sido personajes célebres inolvidables que aparecerán siempre en la historia, no así bisabuelos o tatarabuelos que han sido olvidados definitivamente y ni idea se tiene de quienes fueron o que hicieron, convirtiéndose en el Muerto Olvidado.
Sabemos que nuestra vida es breve, principalmente cuando superamos cincuenta años de edad, porque antes, en la adolescencia nos creemos inmortales, por lo que si existe cierta posibilidad de no morir y trascender conscientes a la muerte, como prometen las religiones, obviamente, nos aferramos a esa creencia y como cristianos, musulmanes, hinduistas o creyentes de Mictlantecuhtli, seremos devotos practicantes de esa promesa sobrenatural en el Más Allá, siendo así que suponemos no se muere, sino se desencarna, se deja la carne, el cuerpo, y el alma inmortal según la religión de cada quien y su época, va al Habitáculo de Dios y todos los elegidos, o al infierno a existir en espíritu en ultratumba a perpetuidad., no obstante, nacemos únicamente conociendo la vida, pero ¿porque debería la ausencia de vida antes de nacer, ser diferente después de morir?. Antes de nacer yo y todos los seres vivos no existíamos, no vivíamos, no éramos alguien ni algo, simplemente éramos nada, si eso se puede decir, así que ¿por qué después de muertos deberíamos existir? Si antes de nacer durante millones de años no existimos y, si por lo que sabemos, al morir se deja de existir porque no existe ninguna prueba, evidencia, testimonio valido o certeza que después de la muerte se siga existiendo, excepto por las anécdotas y creencias de cada quien respecto de su religión, siendo en este contexto que, durante los días de Muertos, existan o no, lo cierto es que con cariño o amor los recordamos y quisiéramos siguieran vivos, entre nosotros los vivos, porque nadie quiere morir, todos queremos vivir perpetuamente, por siempre, pero la vida es breve, dura máximo 90 años y, de la misma forma que todas las especies vivas, como un gato, caballo o chimpancé, cuando se muere, se muere realmente, obviamente dos veces, cuando físicamente nos declara un médico: difuntos, y, cuando se olvidan de uno para siempre, convirtiéndonos en el Muerto Olvidado, en uno de esos seres vivos que existieron y de quienes nadie se acuerda, algo así como se trata de perpetuar la memoria del “Soldado Desconocido” y también olvidado en el anonimato en una tumba ignorada.