Carlos R. Aguilar Jiménez.
Las clases o estratos sociales siempre han existido, y lo sabemos porque desde nuestro nacimiento estamos supeditados a un nivel ya que nuestra familia y su poder adquisitivo determina nuestra posición en la sociedad, porque nos guste o no, todo en el universo, la naturaleza y el mundo se tiene que catalogar y clasificar para reconocer; hay clases en los perros, gatos, caballos, insectos, planetas, estrellas, microbios, muebles, relojes o coches, las hay en todo, de tal forma que aunque lo ideal sea la inclusión, equidad e igualdad, los seres humanos somos aspiracioncitas, inconformes, progresistas y exigentes, porque no somos parte del paisaje y en consecuencia buscamos siempre mejorar nuestros recursos y calidad de vida, ya sea por medio del estudio, trabajo o cualquier actividad, que nos permita superarnos y destacar ante los demás, como lo hace especialmente la clase media, estrato social que por no pertenecer a la clase pobre al tener información, estudios, libros, comercios o pequeños negocios, buscan siempre mejorar y, si puede, cambiar de la clase media, a la alta, aspiración legítima, honrada y evolutiva que molesta al presidente, quien dijo: “Hay un sector de la clase media que siempre ha sido así, muy individualista, aspiracioncita, que lo que quiere es ser como los de arriba, sin escrúpulos”, indicando también que la clase alta es de gente sin miramientos y que únicamente los pobres, los que votan por su partido y reciben su limosna; son buenos y honestos.
Nacer pobre, de clase media o adinerado es asunto de azar social. Nacer en Milán, Paris o en Uganda o El Salvador, es cuestión de lotería geográfica y, excepto si se viene al mundo en un país de castas o raleas insuperables, lo cierto es que en casi en cualquier lugar se puede mejorar o progresar. Aspirar o progresar es un Derecho Humano. Todos conocemos gente humilde, estudiantes pobres, como Juárez, que luego de estudiar y sacrificarse, llegaron a cambiar de clase social y ser presidentes, como también algunos funcionarios de la presidencia actual. que nacieron pobres y estudiaron en escuelas y universidades públicas, viajaron en autobuses de pasajeros y como “estudihambres” no tenían dinero para una torta y que, gracias a sus aspiraciones, lograron acceder a estudios de posgrado, algunos en excelentes universidades del extranjero, obteniendo así una mejor calidad de vida, cambiando de clase social, de la baja a media y ahora a la burguesía, porque nadie puede refutar que desde el más simple regidor hasta el presidente, con los sueldos, dietas, viáticos y bonos que reciben, son burgueses. Ser burgués, pudiente y acomodado, es vivir en un palacio nacional y vivir del presupuesto a discreción, así que no existe nadie que quiera quedarse igual, en la clase social en la que nació, y todos aquellos que aspiramos a vivir mejor, ganar, saber más, somos los que hacemos las aspiraciones individuales, familiares y de México, los demás, que viven del presupuesto, los políticos, tienen recelo de la aspiración buscando, como anillo al dedo, pueblos pobres e ignorantes, sin aspiraciones.