Lo dijo Protagoras

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Carlos r. Aguilar Jiménez.

Desde que se inventaron las religiones con dioses machos vengativos, la humanidad ha tenido que vivir, porque así educa la familia religiosa, creyendo en mundos sobrenaturales, el Más Allá, la Santa Gloria, Nirvana, Mictlán o Valhala, lugares a  donde irían después de muertos si comportan según exigían los sacerdotes o, se irían al infierno si no pagaban diezmo y sometían a lo que establecía el clero de la religión en turno, hasta los tiempos de Enrique VIII y Lutero que se revelaron contra la religión católica en tiempos del Renacimiento cuando la humanidad comenzó a pensar en si misma, en la vida actual de carne y sangre, no en incierta vida en ultratumba, sino en sus propias e intuimos creencias, su propia fe, reivindicando la importancia de la humanidad por encima de religiones y políticas que exigían sufrimiento y pobreza (austeridad) para acceder al habitáculo de Dios y todos sus elegidos y, en caso de problemas o dudas, pagando generosas indulgencias.

En el Renacimiento nació el concepto que el hombre debe ser el centro de las preocupaciones humanas, como Protágoras dijo: “El hombre es la medida de todas las cosas”, pues una vez que el hombre renunciaba al poyo que le otorgaba o prestaba el clero, Rey o gobierno y se dedicaba a trabajar y producir riqueza para si mismo y su familia, comenzaba a tener éxito al conseguir un capital, obteniendo así, con dinero o bienes, confianza y seguridad debido a los valores que conseguía, lo que ahora se entiende como economía capitalista, sistema económico en que las riqueza del individuo, familiar, social o nacional la hacen quienes trabajan y producen, no y nunca los gobiernos, (que administran o roban) porque son los campesinos, agricultores, herreros, artesanos, carniceros, hoteleros, restauranteros, empresarios, industriales, comerciantes, científicos, inventores y todos los que cada día se levantan para trabajar produciendo, quienes generan dinero, cañital, y lo hacen circular, no es el gobierno y menos los políticos, que si bien pertenecen a la burguesía extrema al vivir en opulencia y boato, incluso en el Palacio Nacional, con sueldos todos que exceden los 150 mil pesos mensuales, lo cierto es que creer o decir que los adinerados o las clases medias son perversas y nefastas es un desatino. Son los capitalistas, desde el que tiene un puesto de tacos al bolero o industrial automotriz quienes generan la riqueza del país, los políticos únicamente se lo roban o reparten lo que no es de ellos a quienes les conviene para que voten por su partido.

El hombre es la medida de todas las cosas, incluyendo obvio, la mujer, y de su trabajo, su capital, sus bienes y lo que hacen para tener más y mejor, depende la estabilidad y futuro de las naciones. Los pueblos que no trabajan y los sectores sociales que se acostumbran a vivir de dádivas son los que se arruinan, porque así como se perdieron miles de cerebros pensantes durante las guerras religiosas, ahora sucederá lo mismo al no reprobarse a ningún alumno en la escuela, no apoyar la ciencia o cultura y despreciar a quienes triunfan en el capitalismo, desde la clase media a la alta, excepto los burgueses políticos que ganan millones de pesos al año y viven en palacio nacional.  

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