Ismael Ortiz Romero Cuevas
Nunca me he considerado algo así como ‘beatlemaniaco’, pero tampoco soy ajeno a su música, a su estilo y a su influencia cultural. Sus creaciones han estado presentes en muchos momentos de mi vida porque mis padres siempre los escucharon en prácticamente cualquier ocasión. Fui creciendo y me fueron gustando sus temas que se convirtieron en compañeros de muchos instantes ahora míos. Conocí a sus integrantes, sus personalidades y estilos cautivadores se convirtieron en referencia; pero por algo, siempre me llamó la atención más que todos el gran Ringo Starr que, reiterando que no soy gran fanático del cuarteto de Liverpool, considero mi “Beatle” favorito.
Cuando era niño, la canción “Yellow Submarine” me parecía un tema de lo más divertido y, aunque en ese entonces no entendía la letra, su pegajoso ritmo me hacía cantarla o más bien algo así como ‘washawashearla’, porque algo tiene esa pieza escrita por Lennon y McCartney que pone de buenas a quien sea, pero es la interpretación de Ringo la que la hace única. El arreglo adaptado de manera magistral a su limitado tono de barítono, hacían que la rola se convirtiera en algo así como la canción que cualquier persona sin tener la gran voz, podía cantar. Y en efecto, al menos para mí, también sigue siendo una de mis piezas favorita.
Sin embargo, no podemos negar que fue la ejecución de la batería la que le dio ese toque rebelde y elegante a la música de “The Beatles”. El talento de Starr se notaba en cada ‘track’ aunque la pieza no hubiera sido compuesta por él; se decía que su precisión al tocar la batería lo convertían en un verdadero metrónomo humano, siendo pieza clave para que sus demás compañeros del cuarteto pudieran conocer de manera precisa el ‘tempo’ de la canción y no se descuadraran. Aunado a su talento, el carisma de Ringo siempre fue una pieza fundamental dentro de “The Beatles; mientras que Lennon y McCarteney se perdían en las olas de la popularidad, el acecho tanto de la prensa como de los fans y tenían la habilidad de portarse como súper estrellas; ese comportamiento era completamente opuesto a lo que proyectaba George Harrison quien se consolidaba como la figura sexy del grupo: su misteriosa mirada, su sonrisa de lado y su temperamento rebelde pero discreto lo convertían en un “Beatle” acorralado y deseado; y a todo esto, parecía que el único que parecía disfrutar de todo era Ringo, siempre detrás, con una sonrisa tocando su batería y que, no sin menos fans, parecía que tenía todo calculado, igual que cada golpe a su ‘bataca’. Y sí, por eso, siempre ha sido mi “Beatle” favorito.
Y justamente por esa personalidad cautivante, no podemos imaginar que la voz del Sargento Pimienta fuera otra más que la del gran Ringo; podría decirse que, sin lugar a duda, nació para ser el personaje central del emblemático disco. Ni McCartney ni Lennon le hubieran impreso ese humor, ese carisma y ese alcance, sólo él podía hacerlo. Esa sencillez y ese carisma le permitieron además ser el integrante del cuarteto más honesto, y esto es notorio en su escasa participación como compositor de los temas y que además él reconocía sin tapujos, pues su aporte dentro del grupo solo se limita a dos piezas: “Don’t Pass Me By” y “Octopus’s Garden” incluidas en los discos “The White Album” de 1968 y en “Abbey Road” de 1969 respectivamente. Sin embargo, algunos de los llamados ‘ringorismos’ justamente nombrados así por él, que en realidad se llaman giros gramaticales, que él empleaba en su lenguaje fueron utilizados como títulos de temas, tal es el caso de “A Hard Day’s Night” que se traduce como “la noche de un día difícil” o “Tomorrow Never Knows” es decir, “mañana nunca sabe” que aunque eran errores realmente sonaban muy originales, al respecto, alguna vez McCartney dijo que “Ringo solía hacer estos ‘malapropismos’, solía decir cosas un poco mal, como la gente hace, pero los suyos eran maravillosos, muy líricos… Eran una especie de magia”; y eso lo hacía único.
Ayer 07 de julio, Ringo Starr, una de las leyendas vivas más grandes de la música llegó a los 81 años de vida, siendo reconocido como uno de los cinco mejores bateristas del mundo y siendo influencia de un sinnúmero de leyendas, por ejemplo Phil Collins. Desde hace tiempo, Ringo vive en una especie de semi retiro pero no por eso, se le deja de reconocer como uno de los más grandes de la música, alguien que fue mucho más que el baterista del grupo más alucinante de que se tenga memoria.
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