Carlos R. Aguilar Jiménez
Domingo 10 de octubre 2021, caminando con sus botas amarillas desgastadas por millones de pasos y cientos de kilómetros recorridos, a 40 minutos de la ciudad y tres mil 100 metros sobre el nivel del mar, donde únicamente se puede acceder caminando tras una ruta desconocida de dos horas y media o 150 mil pasos en una montaña inversa sobre las costillas de la cordillera norte, todo sucede según el plan. Repentinamente alguien dice que explorara el fondo de la barranca. Yo y mi amigo de millones de pasos decidimos esperar con el costoso equipo de fotografía mientras tomamos un respiro del inefable aire de las alturas impregnado de aroma de poleo y lavanda silvestre.
Transcurre el tiempo y no pasa nada. Diez minutos más y lo mismo, otros diez minutos… ¿Qué habrá ocurrido? Intrigado comienzo a bajar, cien pasos al noreste. Regreso 50 pasos solo para darme cuenta que es el mismo paisaje, otros 20 pasos al sur solo para constatar que no se trata del mismo lugar pero es lo mismo, lo que significa que no es el mismo lugar. Y de nevo otra vez otros pasos, ahora 200 para comprobar que el otro paisaje es igual… de nuevo otros pasos, ahora al norte, únicamente para revisitar el mismo paisaje. Realmente no hay duda, todo el entorno es igual y no hay referencia respecto dónde estamos. No hay duda, todo es igual. Lo más probable es que estemos perdidos. ¿cómo es que nos hemos perdido? no obstante nuestra experiencia en vivencias, senderismo y barranquismo.
Para comprender lo que sucedió basta con reflexionar acerca de los senderos y caminos de la vida. Así sucede en realidad, todo depende de las decisiones que tomemos. Nos equivocamos al creer que con nuestra experiencia era imposible nos extraviáramos, pero así son los caminos de la vida. Uno se cree que lo sabe todo olvidándose que se es humano imperfecto en evolución. Intuiciones, sospechas, creencias, dogmas, sentimientos convicciones. Un senderista que se quiera reconocer como tal, debe renunciar a creerse experto, asumiendo siempre que en cada caminata aprenderá algo nuevo. Esa es la idea, nunca se está seguro de nada, siempre habrá incertidumbre. La repetición de los paisajes es armonía, la repetición de las experiencias es sabiduría… Al final, luego de dos horas de búsqueda, ensayo y error, apareció en el mismo paisaje repetitivo el sendero, luego las costosas cámaras fotográficas y al final: reencuentro con uno mismo, con el ego maltrecho. Nada especial que comentar, pero si la pregunta ¿puede la experiencia servir de alimento al ego? En la vida, los senderos y en las montañas, de las decisiones dependen los resultados.
El senderismo, en consecuencia, trata siempre, como la vida, en primer o último lugar, de la condición humana, de de la irreversibilidad de lo que decidimos, Por todo ello la identidad entre vida y senderismo promete ser una de las experiencias que permiten entrar en territorios prohibidos a los que gustan vivir una vida dentro de su nicho de comodidad, por lo que la experiencia más importante de la vida y el senderismo, está en la intención de convivir con amigos o una pareja que te acompañe siempre a las montañas, ¡porque a la playa todas van!