Carlos R. Aguilar Jiménez
La historia de México, que como casi todas la escriben los vencedores, está plagada de ficciones y fábulas que han servido al gobierno para enaltecer y glorificar a, como dicen, a quienes nos dieron patria y libertad, convirtiéndolos en héroes nacionales, personajes ilustres que se deben venerar cada lunes en el homenaje cívico de escuelas primarias y todas las ceremonias oficiales, recordándonos cada día su importancia, al nombrar calles, edificios, parques e incluso ciudades con sus nombre, como Ciudad Juárez, Parque Juárez, el aeropuerto, estadio de fútbol y muchos otros lugares que llevan el nombre del Benemérito de las Américas: Don Benito Pablo Juárez García, de quien se dice, luego de perder unos borregos o chivos del rebaño familiar, temeroso del regaño y castigo, en lugar de afrontar la responsabilidad, huyó de su casa y se vino caminando buscar a su hermana a la ciudad de Oaxaca de Juárez .
En tiempos de Juárez no existía la carretera de la Sierra Juárez, únicamente había caminos de arrieros en senderos que cruzaban las montañas, subiendo desde Guelatao a la Cumbre de Ixtepeji y de ahí, bajando desde los dos mil 600 metros sobre el nivel del mar al valle de Oaxaca, haciendo ese trayecto por senderos que seguían la bajada de la Cumbre junto al cauce del río donde ahora se construye el Sendero de Juárez, obra que sin ninguna difusión e inventándose el recorrido y, sin ninguna restricción de protección ambiental, sustentable o ecológica, realizada por comuneros obligados a trabajar por el sistema de “abusos y malas costumbres” de los municipios de sus aldeas, devastan el bosque derribando árboles y flora silvestre, abriendo espacio con trascabos para que entren camiones con adoquines, cemento y materiales que se utilizan en el Sendero de Juárez, sin que exista ningún dictamen de SEMARNAT o restricción de fundamentalistas verdes y colectivos ecológicos que se oponen a toda obra que altere o modifique el ambiente en el presente y después, porque es altamente probable que el Sendero de Juárez, luego de derribar miles de árboles y modificar un paisaje bucólico para cumplir el capricho del presidente de pavimentar el Sendero de Juárez, una vez inaugurado se convierta en vía transitada por paseantes y turistas que, como es regla general, infectaran las montañas y contaminarán el río todavía con agua transparente y hasta potable, y, si para bien o mal la obra se construye, lo cierto es que al tratarse de instrucción presidencial, los verdes y fanáticos ecologistas no se han pronunciado al respecto y no lo harán, porque una cosa es protestar ante gobiernos elegidos democráticamente, y otra, enfrentarse a autoridades elegidas por asambleas de pueblo donde rigen gobiernos de “abusos y malas costumbres” que, ahora modifican las escorrentías del rio que baja de la Sierra Juárez, para construir el inventado y fingido Sendero de Juárez en su trayecto devastador y demoledor del bosque desde Guelatao de Juárez hasta Tlalixtac de Cabrera.
Foto: Carlos R. Aguilar Jiménez
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