Carlos R. Aguilar Jiménez
El maíz que como gramínea es el aporte nutricional principal de los mexicanos y dieta esencial desde tiempos prehispánicos, originalmente era una planta silvestre que crecía solitaria en Mesoamérica y que igual que el arroz, trigo o papas, han sido modificados progresiva y genéticamente al ser seleccionados los granos y semillas artificialmente, al elegir los agricultores elotes más grandes, jugosos o sabrosos, convirtiendo esta angiosperma que comenzó su domesticación hace 12 mil años en un alimento importante de la alimentación mundial y que actualmente, al ser susceptible de llevar la selección artificial del maíz a niveles más rápidos de selección por medio de ingeniería genética, se ha convertido en motivo de controversia con Canadá en el TLC al ser solicitadas consultas por el Decreto de Maíz Transgénico en México.
Luego que EU solicitara también consultas sobre productos agrícolas biotecnológicos respecto de medidas de seguridad alimentaria y la declaración de México que dice podría representar un peligro para la salud, Estados Unidos y Canadá han afirmado que las preocupaciones de México no se basan en la ciencia, y así es, porque los políticos y gobernantes son ignorantes, analfabetos en ciencia y optan por mentir para obtener votos, de tal forma que ante su ignorancia científica y además descalificación de la ciencia, dicen el maíz transgénico puede ser nocivo para la salud, cuando es un hecho científico demostrado, que la manipulación genética se ha hecho desde hace doce mil años y, si ahora se puede hacer más rápido y eficientemente con biotecnología, expresando genes de otros organismos para que tengan un crecimiento acelerado, resistencia a plagas, tamaño más grande, mayor absorción de nitrógeno o requieran menos agua, es conveniente para productores de maíz, cultivar maíz transgénico, no obstante, ante las políticas populistas del gobierno para quedar bien con los agricultores retrógrados o tradicionales que quieren maíz nativo, rústico, “orgánico” (todo lo vivo es orgánico) el gobierno se opone a la importación y uso de maíz modificado genéticamente, mientras más de 150 países ya lo siembran y utilizan porque saben científicamente no existe ningún alimento vegetal o animal que no haya sido modificado genéticamente y así, dejar a México al margen y ajeno a la biotecnología, es arruinar la economía nacional y seguridad alimentaria de los mexicanos, que cada 30 años duplicamos la población y no hay modo que con maíz tradicional se pueda garantizar dar de comer tortillas, tamales o clayudas a otros 120 millones de mexicanos.
Los alimentos transgénicos por biotecnología son lo mismo que los modificados por agricultores o ganaderos, excepto que la ingeniería genética lo hace más rápido y eficiente. Únicamente en huelga de hambre no se comerían alimentos modificados genéticamente, porque todos lo son, excepto los no domesticados que no son comestibles y crecen silvestres.