Carlos R. Aguilar Jiménez
En función constitucional respecto de los derechos de los ciudadanos para elegir quien gobierne, desde mediados del siglo pasado no hubo opción y yo no votaba porque era obvio que el oficialismo siempre dominaba, no había forma de derrotar al presidente quien imponía a su “tapado” hasta que, con el invento de internet y redes sociales, se hizo difícil “cargar” urnas, alterar boletas y todas las practicas torcidas que se podían hacer con papeles escamoteables, además de otros factores sociales, económicos y políticos que terminaron con la hegemonía del PRI y después con el principio legal que en todo documento oficial se informaba: “Sufragio efectivo, no reelección”..
Habrá que votar este domingo y si como se ve, se trata de dos tipos de gobierno que están en disputa, uno es reelección de una ideología, la de los gobiernistas amigos del régimen y oficialistas, defensores del gobierno, protectores del sistema, fanáticos del presidente y su partido, frente a los anti oficialistas que buscan un régimen en el que exista respeto a la división de poderes y contrapesos institucionales para evitar la dictadura, con soldados en sus cuarteles, civiles construyendo obras y no militares, y un gobierno que voltee la cara, que escuche a todos, que oiga no únicamente a sus fieles, denigrando a quienes no piensan como ellos al llamarlos traidores a la patria.
Habrá que salir a elegir y que cada quien vote por quien quiera, no obstante, al estilo de antiguos gobiernos donde únicamente votaban privilegiados, notables y pudientes, cuando no votaban esclavos, los pobres e incluso las mujeres, en esta elección, si para bien de la democracia y la no reelección todos votamos, porque así debe ser y los jóvenes, clases medias, intelectuales, artistas, científicos o académicos votan, serán quienes decidirán evitando el abstencionismo, eligiendo quién gobernara los próximos seis años, porque al no votar casi la mitad de ciudadanos escépticos, los candidatos del régimen actual saben que deben dirigirse al pueblo crédulo, resentido,” bueno y sabio” que no tiene nada que perder y son millones convencidos con dadivas; basta ver las filas en bancos de bienestar, porque ahí están sus votos sobornados, no obstante, si votan los millones que nos hemos abstenido de malgastar nuestro voto y este domingo sufragamos, seguramente el recuento final será distinto del que cree el gobierno y sus fieles, esos que antes renegaban de cualquier gobierno y hoy se sienten a gusto con sus promesas incumplidas pero contentos con su dadiva, pensando egoístamente en su paupérrimo bienestar y no en la nación, soslayando, por un puñado de pesos, el ideal de patria, el interés supremo del país y de esos ideales de nación por los que millones de mexicanos dieron su vida por conseguir patria, libertad, sufragio y no reelección, porque votar por más de lo mismo es reelección de lo que vivimos la segunda mitad del siglo pasado y ratificación de los últimos seis años.
En estos días reflexionemos nuestro voto respecto de las promesas frente a los resultados obtenidos y escuchemos lo que, si se reeligen, prometen de nuevo para el futuro.