Aurelio Ramos Méndez
Remontada sin sorpresas la elección presidencial, se levantan en el horizonte las incógnitas de si los antagonistas de la 4T persistirán en su oposicionismo irracional y sistemático, lo cual garantizaría seis años más de confrontaciones estériles y aun contraproducentes, y si la primera Presidenta en la historia de nuestro país consentirá los desafueros de sus adversarios.
Claudia Sheinbaum llegará al poder en las circunstancias más auspiciosas, con todo para neutralizar a sus opositores y hacer un buen gobierno, en riguroso acatamiento de la voluntad de las mayorías expresada en las urnas.
A la luz del arrasador resultado de las votaciones, la inminente Jefa del Estado goza de un capital político y fuerza institucional envidiables:
Cuenta con amplio poder territorial,representado por prácticamente la totalidad de las gubernaturas y presidencias municipales;control del Congreso, extensa red político-partidista y apoyo popular indiscutible: 60 por ciento de los sufragios ayer emitidos.
Con semejante pueblo atrás, la relación de la ganadora de la contienda cívica no puede ser de condescendencia o blandenguería, en aras de una democracia mal entendida, sino de firmeza frente a sus oponentes de las diversas formaciones partidistas y frente a todos los poderes fácticos, en especial los empresarios, medios de comunicación, la iglesia y la nutrida fauna de sedicentes personeros de la usurpada sociedad civil.
Es razonable esperar que Sheinbaumavanzará en la concreción de los numerosos asuntos pendientes de la actual administración. Por ejemplo, un combate en serio a la corrupción, con carcelazos y sanciones pecuniarias a los peces gordos de la política y el sector privado, quienes hasta ahora han disfrutado de virtual amnistía.
Se antoja asimismo sensato esperar la ejecución de una reforma fiscal de gran calado, capaz de dotar al Estado de recursos suficientes para financiar programas sociales y asistenciales y obras públicas indispensables, sin temor a la reacción de las élites económicas.
Y vale aguardar el abandono, por fin, de la estrategia en materia de seguridad nacional y seguridad pública, en particular del combate al narcotráfico, que con Amlo ha sido de hecho la misma del último medio siglo –estúpidamente potenciada por Felipe Calderón con la fallida guerra contra el narco–: de total sujeción a los dictados de Estados Unidos.
Conviene precisar que en este rubro específico la única estrategia realmente efectiva y a la cual la Presidenta no deberá sacarle el cuerpo pasa por la legalización de las drogas, como recurso para despojar a la delincuencia de su enorme capacidad financiera, motor de la corrupción y la degradación moral, social e institucional que este fenómeno genera.
Son muchos los puntos inconclusos o de plano intocados por el gobierno saliente, con respecto a los cuales la primera mujer al timón del buque del Estado se halla obligada a mostrar eficiencia para consumarlos. Sería lamentable si optase por soslayarlos, desperdiciando el inmenso respaldo popular –38 millones de votos—con que llega al cargo.
De la oposición hay mucho que decir en su penosa coyuntura. Por principio de cuentas, preguntar si persistirá en anunciar –más con el deseo que con la razón– cotidianos desastres, y en sabotear, descalificar y criticar con obcecación a un gobierno que tiene notable favorabilidad popular.
Además, ¿se quedarán todos los que están en esa alianza poliamorosa denominada Frente Amplio por México, o con el fracaso electoral llegó el momento de enrumbar cada chango a su mecate, sin soñar con un nuevo partido?
¿Entenderán los opositores que ante la humíllate goliza dos a uno las cosas en su relación con el amlismo serán ahora a otro precio? ¿Que han quedado en condiciones ya no de exigir sino de aceptar lo que les den, por exiguo que sea?
Atomizados en una diversidad de partidos y membretes, los adversarios de la 4T están al borde de la aniquilación. Por lo mismo, mueve a risa la suposición de que cobrarán pugnacidad y acosarán con denuncias en su retiro al de Macuspana, y le harán la vida imposible a Sheimbaum. ¡Pamplinas!
El carro completo, obviamente, garantiza luz verde para las reformas en el Congreso. Se hundieron los llamados al voto útil y el voto diferenciado, promovidos por quienes propugnan una democracia muy peculiar, en la cual se respalda a un Presidente pero a la vez se le ponen todos los obstáculos habidos y por haber con un Congreso de oposición que le impida hacer prosperar sus iniciativas.
En una democracia genuina mandan las mayorías y la representación de éstas en el Legislativo, lo que en modo alguno significa desoír a las minorías, pero tampoco quedar rehén de las mismas.
De cara al abrumador resultado de los comicios emerge también un cúmulo de interrogantes respecto al futuro de los medios de comunicación y la mayoría de sus más conspicuos periodistas, la mayoría de los cuales tristemente enseñaron el cobre.
¿Reconocerán y atenderán por fin estos señores el mandato popular de que es depositario el gobierno o se aventurarán en otro sexenio de chantajes, mentiras, desinformación, antiperiodismo? ¿Pasarán a un vergonzoso retiro los más desprestigiados –aunque acaudalados—líderes de opinión?
¿Intentarán los propietarios y concesionariosde medios regresar por sus fueros y gestionar, mediante la extorsión y el tráfico de influencias, contratos de obra, proveeduría y consultoría inflados y ventajosos?
El papelazo del periodismo abarca a los más renombrados e influyentes imediosinternacionales. De The New York Times al Washington Post, pasando por The Wall Street Journal y muchos, muchos más. ¿Tendrá alguno de ellos la decencia de reconocer que mienten y no están contando bien la realidad mexicana?
RESCOLDOS
Patética manera la de Enrique Krauze de despreciar la voluntad ciudadana. En declaraciones al diario argentino La Nación, a horas de los comicios, expresó que “si hay (como ya lo hubo) un triunfo abrumador del gobierno de López Obrador, estamos enterrando la democracia mexicana”. ¿De qué democracia hablará tan exquisito intelectual, a quien le vale queso la voluntad de 38 millones de mexicanos?
Reafirmó su pésima fama el expresidente del IFE, Luis Carlos Ugalde. Ahora con la mañanera mentira de que no habían sido instaladas 222 casillas, cuando en realidad eran sólo 15. El delincuente electoral de 2006 en provecho de Calderón no tuvo más opción que salir con un chorro de babas a retirar de las redes su fake news…
Está furioso Héctor Aguilar Camín. Dijo que la victoria de Claudia “leva en la panza el trabajo ilegal del Presidente entrometiéndose en las elecciones”. Y que este domingo hubo una elección de Estado. Que lo diga el ciudadano raso, santo y bueno. Pero que lo diga un intelectual que en 2006 guardó silencio mineral cuando Fox se entrometió y robó la Presidencia, eso es de plano ser un caradura…
Y Xóchitl Gálvez, mentirosa hasta la caída del telón. “¡Ya ganamos!”, se desgañitó al proclamar su “triunfo” cuando no se le secaba aún la tinta en el pulgar al último votante. ¿Quién en realidad entonces fue en este proceso la candidata de las mentiras?