Antonio Gutiérrez
Vas al tequio mi hijo, tu papá no está, salió, fue a un mandado. Vino el topil avisar que hoy habrá tequio en el Coquito.
Eso le dijo la finada Ofelia Rodríguez Hilario a su hijomientras hacía tortillas a mano una mañana tibia de 1966, año en que iniciaron los trabajos comunitarios para construir el campo de aterrizaje en el barrio del Coquito.
Con una leña de encino amarillo, la mujer que ahora vive en la memoria del Rincón de Dios, atizó su comal, luego, siguió diciendo. “Yo le pregunté al topil si al tequio puede ir alguien más, aunque no sea el jefe de familia”.
“Que no va poder, puede –dijo el topil-, lo importante es que vaya alguien de la familia pa´que los tomen cuenta. A cada jefe de familia nos toca dar treinta días de tequio pa´que se haga el campo de aterrizaje”-eso le informó el topil a Ofelia, y se marchó.
Minutos después Ofelia le contó a su hijo que el topil se enfiló pa´bajo, rumbo al municipio; que el hombre se veía muy agitado, que “la prisa se le dibujaba en la cara de preocupación y se le escurría en forma de sudor; y eso que era muy temprano, las seis y media o las siete de la mañana, si acoso; el topil ya venía de pa´rriba, avisando casa por casa, ya vez que así hacen aquí cuando hay tequio” – dijo eso y estiró la mano para agarrar más leña-.
Ofelia le echó más leña fogón y con una escobetilla,hecha de raíces de yerbas y zacates secos de su región, le untó legía de cal a su comal, -luego siguió diciendo: “Verás; ya se iba el topil y que se regresa, algo se le olvidó pensé yo, pero no; fue al revés, un recuerdo se le revolvía en su memoria, regresó para decirme que si ahorita no está el señor, pues entonces que vaya alguien más, alguien de su familia; y si no,pues después el señor paga su tequio; porque pues es obligatorio, todo mundo sabe que es una costumbre, yque aquí todo se hace con tequios, ¿con qué más?, diciendo eso el topil siguió caminando”.
“Se acaba de ir, -agregó Ofelia- ¿a poco no lo viste? apenas irá por el arroyo, por la tienda de Tía Silviana, o por el Huanacaxtle, cuando mucho por ahí apenas va. Como te digo, lleva mucha prisa ¡Pobre hombre!Cuando ya se iba y se regresó tantito me espante mucho. ¿Ahora qué pasaría pensé? Pero cuando me aclaró la importancia del tequio sentí tranquilidad,porque no es mala noticia, al contrario, el tequio nos trae alivio. Dicen que en el Coquito van hacer un campo de aterrizaje para que ahí caiga el aeroplano, o los aviones, o, quién sabe cuántas otras aves, con eso de que en nuestro pueblo pasan tantas cosas Lo bueno es que el topil no nos trajo una mala noticia, y que los niños del pueblo van conocer el avión. ¿Te imaginas? Cuando nuestros hijos salgan del pueblo y regresen en avión vamos a llorar de gusto, y cuando se suban a un avión nos vamos a quedar llorando, despidiéndolos con las manos extendidas, viendo pa´rriba, y cuando ya se eleven por los cielos diremos como luego dice tu tío Wenceslao: “¡adiós mis hijos!”,así diremos las mamás; pero a las mamás quien nos entiende, sobre todo a las mamás porque las mujeres somos más lloronas, a nosotras las mamás nos duelen más los hijos porque los trajimos al mundo; dicen quea los hombres no tanto; bueno, eso dicen, pero ¿que no van llorar?, para mí que los hombres se hacen los fuertes para disimilar su llanto. Mira, en eso de ser padres no hay diferencias, llora el padre y llora la madre; llora una y llora otro; cada quien, a su manera,pero de pronto todos lloramos, ¿y el que no llora? pues es porque ya no tiene remedio. Bueno, eso digo yo; a la mejor me equivoco, ¿pero que me voy a equivocar si yo también soy mamá; pregunta verás?
“Como te digo, -siguió contando Ofelia- le dije al topilque Dámaso no está, el topil le avisará a la autoridad que él salió a un mandado, que por eso no está; eltopil es hombre de palabra, me aseguró que no hay problema; que él señor Dámaso sabe que otro día repone su tequio. Pero mejor almuerza mi hijo, ahorita, ahorita no más, y te vas al tequio, porque alguien de esta familia tiene que estar ahí, ya ves que todos debemos ayudar para que el pueblo salga adelante”.
Piensa el hijo de Ofelia que quizá sea por eso que cuando escucha la palabra tequio, o la lee, o lo practica o lo ve, se le aparecen las imágenes y las palabras que en vida le transmitió Ofelia, y que, sin pretender hacer un discurso de todas sus enseñanzas, resumidamente nos entrega en estas líneas.
El tequio se le aparece en el horizonte como una imagen luminosa de individuos construyendo una comunidad, igualito que como se construye una casa comunal.
“Que no ayer fuimos a trabajar con Tío Lico” – dijo el hijo de Ofelia-. Palabras más, palabras menos, ella subió el tono de voz y lo interrumpió, eso es distinto-dijo ella-Acuérdate, aquí siempre nos ayudamos, trabajamos con Tío Lico (Federico) con Tío Cayo (Arcadio Gutiérrez +) con el Tío David + y mi tío abueloPetronílo Rodríguez + y su esposa, la Tía Inés (Inés García Luis, originaria de la comunidad de Las Huertas ahora cuenta con más de noventa años); con la Tía Pastora (Pastora Gutiérrez+ cuñada de Ofelia) o el compadre Nilo, (Leónides Pacheco+, esposo de la Tía Pastora) y así con muchas familias; piensa tantito y acuérdate de la ayuda y los cuidados que hemos recibido por parte de mis hermanos: Raúl, Constantino, Wenceslao, Domingo, Ciro, Enrique, Crisóforo (Chofo), tus tíos, igual de amigos y conocidos. Aquí cuando alguna persona del pueblonos avisa que va hacer una casa, una vivienda, que vaa rozar, a sembrar o a limpiar su milpa nosotros vamos, lo mismo ellos, vienen cuando les avisamos que vamos a realizar algún trabajo, o cuando se enteran que tenemos un gasto, vienen y nos ayudan, pero eso es otra cosa; eso aquí en el pueblo se llama “dilagueza”; Guelaguetza le llaman en otros lados, pero aquí, nosotros decimos “dilagueza”.
Mis hermanos, tus primos, vecinos y conocidos siempre vienen, nuestros compadres y amigos nunca nos dejan ¿que no ves que siempre trabajamos juntos? Siempre nos ayudamos unos a otros, por eso hemos sobrevivido en medio de tanta pobreza, no lo olvides ¿A poco nos pagan?, no mi hijo. –el hijotambién dijo “no”, -con un movimiento de cabeza-, ¡pues no!, subió el tono Ofelia, luego siguió diciendo, “cuando nosotros necesitamos ellos trabajan con nosotros, ellos nos ayudan y nosotros los ayudamos, cuando ellos nos lo piden o cuando nosotros vemos que lo necesitan ¿a poco hace falta que nos digan? ¡Nooo! No hace falta que nos digan, ni que nosotros les digamos. Conocemos las necesidades de cada familia, ellos también. La “dilagueza” de nosotros es lo que hacemos cuando alguien del pueblo tiene un gasto, o hace una fiesta, vamos ayudar, luego, cuando nosotros necesitamos, ellos vienen y nos ayudan, eso aquí en nuestro pueblo se llama “dilagueza”.
Por eso Ofelia dijo que el tequio es otra cosa. Tequio y “dilagueza” son dos formas de ayuda mutua, pero una es obligatoria y la otra voluntaria. El tequio lo ordena la asamblea comunitaria y lo hace valer la autoridad, es una obligación impuesta y aceptada por todos los integrantes de la comunidad.
La “dilagueza” en cambio, es una obligación moral con el prójimo; ambas formas de ayuda mutua son usos, son costumbres. Con estas poquísimas palabras lo dijo Ofelia. Pero dijo algo peor o mejor, según se quiera ver, “grábatelo en un tu cabeza mi hijo, para que nunca lo olvides; y ojalá un día se lo digas a tus hijos”, todo esto lo dijo con tono de enojada, porque así era ella cuando quería dar una lección. No es que ella estuviera enojada; no, con el cambio de tono de voz transmitía la importancia que ella le daba a cada tema y su deseo de dejarlos bien grabados en la memoria de sus hijos. Esa es la razón por la que el hijo no puedo olvidar aquella mañana de aquel día tibio en que Ofelia le explicó la diferencia entre “dilagueza” y tequio.
Mientras eso le enseñaba Ofelia a su hijo, había terminado de resquebrajar su nixtamal en su metate; preparaba la masa para hacer tortillas. El comal ardía y las flamas expedían pequeños truenos, una especie de resoplido caliente salía del fogón, cuando eso pasa aquí en el pueblo se dice que la lumbre está contenta porque habrá visitas, y pues sí; durante el día llegaban a la casa visitas, las más de las veces muchas visitas. La cocina se había impregnado de calor. Sobre las enrojecidas brazas ya se asaban los jitomates rojos y los chiles tuxta, verdes, para la salsa molcajeteada. La chirmolera aguardaba junto al metate, los dientes de ajo se doraban sobre el comal; Ofelia había hecho un gran bollo de masa de maíz, amasaba sin descanso y de cuando en cuando azotaba el gran bollo sobre el metate, luego hacía bollos más pequeños y empezaba a tortear a mano, entre palma y palma le daba forma redonda a las tortillas, en ese tiempo no había nylonde plástico, eso vino después, el uso del nylon vino a modificar la técnica de hacer tortillas y a contaminar los suelos; las tortillerías llegaron al Rincón de Dios hace pocos años con sus días
Con movimientos muy rápidos Ofelia quitó los ajos y las cebollas asadas del comal caliente. Los puso sobre el molcajete, auxiliándose con un tizón removió las brasas, hizo lo mismo con los chiles y los jitomates asados, puso dentro del molcajete todo y luego agregó un clavo, una pimienta y sal; se disponía a moler, pero de pronto se detuvo.
El tequio, volvió a decir, es trabajo que se hace cuando lo ordena la autoridad municipal de la comunidad. Por eso es obligatorio. Esa forma de trabajo se hace para beneficio de todos. No es trabajo para beneficio de una persona o de una familia, sino para todas las familias y para todas las personas. Sabemos que así es porque así se ha hecho toda la vida. Por eso las familias y las personas hacemos tequio, es una obligación para que el pueblo tenga algo, “caminos, agua, escuela, seguridad”, hasta el respeto a la autoridad se construye con tequios, y los servicios municipales, como la seguridad de personas, de plantas y de los animales, la lucha contra incendios y el cuidado de los bosques ¿que no nos reunimos para nombrar autoridades? Aquí el tequio significa trabajo y es una obligación, la autoridad se construye entre todos, se nombra entre todos, por eso nos reunimos, las autoridades representan esa reunión comunal,ellos dependen de la gente que los nombra, por eso tienen autoridad, porque lo dice y lo ordena la mayoría del pueblo, aquí no manda éste o aquel individuo, nomi hijo, manda la comunidad, hay que obedecer a la autoridad porque representa al pueblo, a la comunidad, los que cargan con el cargo sólo obedecen; por eso ellos no tienen la culpa cuando algo sale mal, todos somos responsables, ellos, las autoridades, nos representan y tienen la obligación de poner orden, porque así lo ordena la gente. Hasta la fecha, aquí todo se construye con tequios ¿Y el gobierno? –preguntó el hijo- aquí todos y todas somos nuestro propio gobierno -dijo ella-, luego agregó, tú llamas gobierno a los que vienen de la ciudad cuando quieren votos, pero esos vienen a pedir, esos sólo vienen aquí a dejar sus promesas, nomás nos engañan, por eso ya no les hacemos caso, y cuando los miramos fijamente a la cara piensan que no nos damos cuenta, con sus engaños nos ofenden, nos hacen a un lado porque somos indígenas, pero, como así ha sido por los siglos de los siglos, pues ya no nos preocupa, “¡que nos va preocupar si ya sabemos que todo lo que ellos dicen no produce comida ni mejora la vida de la gente; en cambio, el tequio y la “dilagueza”,han sido, son y serán nuestra salvación, aquí en el Rincón de Dios”.
En la imagen fotográfica aparecen ciudadanas y ciudadanos teojomulqueños “haciendo tequio” para combatir plagas que afectan la flora de la comunidad.