Venir de abajo

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Carlos R. Aguilar Jiménez

Al nombrar a Emilia Esther Calleja Alor como la nueva titular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ponderó, loó, que viene de abajo, quizá del inframundo o de ámbitos subterráneos, porque nadie viene de abajo; abajo o arriba es subjetivo o excluyente, suponiendo, claro está, refiere un estrato humilde, de pobreza y carencias económicas, de clase social baja por lo que es mejor o superior a quienes nacen en clases medias o altas, condición que determina si bien ser pobre y luego rico es meritorio y se debe reconocer, no lo es todo, porque venir de abajo si bien desde la leyenda de David y Goliat, que el débil le gane al fuerte es heroico, no siempre es normal ni ideal.

Venir de abajo aparentemente significa mayor esfuerzo para triunfar, pero es exactamente el mismo que hacemos todos en cualquier competencia sin que importe de donde se viene, de tal forma que, en exámenes de admisión, de grado o en cualquier tipo de competencia, lo que importa son los resultados, la idoneidad, porque entonces, según el gobierno, es mejor venir de abajo y no de arriba, porque los de arriba son neoliberales, capitalistas, explotadores o fifís malignos y, en consecuencia, empresarios, comerciantes, intelectuales, científicos y quienes, con el mismo esfuerzo, afortunados en la lotería social y geográfica,  no nacieron en aldeas que ni aparecen en mapas, sino en un entorno socioeconómico de exuberancia “de arriba”, no merecen reconocimientos

Venir de abajo es loable, pero si se tuvo la suerte geográfica de nacer y vivir arriba, sea lo que esto signifique, no abajo, es mejor, como sucede en países ricos, de arriba, donde por su superior economía, servicios de salud, infraestructura y educación de calidad, el trabajo para triunfar es más cómodo, ganando más medallas en Juegos Olímpicos, triunfando en concursos de matemáticas, física o química, torneos de ajedrez, nominaciones al Nobel y todas las disciplinas en las que, si bien o mal, no lo sé, venir de abajo se celebra más, es únicamente porque tenemos tendencias psicológicas para apoyar más al débil que al fuerte y, si el débil le gana al fuerte, festejarlo por ser una anomalía de la naturaleza y selección diferencial de los más aptos.

En la vida el más apto es el que triunfa, sin importar de donde viene, la naturaleza o evolución de las especies no es ni buena ni mala, simplemente es, y, somos nosotros con prejuicios, juicios de valor, religiones e ideologías populistas o supremacistas los que decidimos con hipocresía y subterfugios aplaudir al pobre, al débil o al que viene de abajo, no al más apto, por envidiar al de arriba que la mayoría quiere fracasen. Ser pobre sale caro o lo barato sale caro, por lo que, en un país pobre, el éxito convertido en riqueza se condena, porque según ideologías marxistas, populistas, maoístas o estalinistas, ser de arriba es ser maldito. Nombrar y dar razón a alguien debe ser por sus méritos y adaptabilidad o excelencia, no por su origen o si viene de abajo o donde sea.  

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