Maíz transgénico y Lysenko

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Carlos R. Aguilar Jiménez

El gobierno federal presentó una iniciativa de reforma para prohibir siembra y cultivo de maíz transgénico, que será discutida y votada en cámaras del Congreso el próximo febrero. La propuesta modifica artículos 4 y 27 de la Constitución en materia de prevención y conservación de los maíces nativos y establece que el maíz es un elemento de Identidad Nacional y que su cultivo debe estar libre de transgénicos en territorio nacional, procurando su cultivo agroecológico.

De aprobarse esta reforma, en principio, habrá problemas con EEUU respecto del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), suponiendo supersticiosa, ideológica y chauvinistamente que modificar genéticamente el maíz, implicará para los mexicanos, enfermedades, cáncer, pandemias, perder nacionalidad y desastre nacional, al no entender los políticos que la modificación genética, selección natural, sexual y supervivencia diferencial de los más aptos esta, condicionada desde el origen de la vida, por las modificaciones genéticas o de DN que establecen las mutaciones aleatorias propias de la reproducción biológica, ya sea al azar, aleatoriamente, como fue hasta la invención de la biotecnología o ingeniería genética, disciplinas científicas y tecnológicas que, con selección artificial, más rápida, inmediata y eficiente que la azarosa o natural, se mejoran cultivos y organismos.

A partir del inicio de la agricultura y ganadería comenzamos a seleccionar genéticamente a las gallinas más ponedoras, los toros más fuertes para lidia o grandes parar tiro y alimentación, igual que perros, gatos, cerdos, cabras y todos los animales y plantas, incluido el maíz, que nos sirven para comer. No es igual el maíz original que se encontró en cuevas del neolítico prehispánico, que el moderno para las Clayudas (con C en zapoteco, con T es náhuatl) igual que un Eohippus, antepasado del caballo o un perro de raza Beagle, como mi mascota de nombre Molécula, que un lobo, su antepasado, todos modificados genéticamente, aunque no con ingeniería, sino en el transcurso de generaciones y selección humana de crías de lo que quieren ganaderos, agricultores y sus compradores.

Podemos esperar siglos para modificar por selección genética natural un buey, caballo, perro, guajolote o maíz y frijol, o modificarlos en un año con ingeniería genética; de una u otra forma es casi lo mismo; así que, cuando los diputados y senadores aprueben la reforma al respecto, que lo harán por no tener oposición alguna, y menos consulta a científicos, los  políticos con información de la que vende dulces, el taxista, peluquero, Facebook o del vecino, votarán por prohibir el maíz transgénico, igual que hizo Stalin con Trofim Lysenko, quien en los años 30 en la URSS, condujo una campaña agrícola seudocientífica, que explícitamente, iba contra la ciencia agrícola y genética, que duró hasta los años sesenta, cuando colapsó toda la agricultura soviética llevando a la hambruna a millones, como consecuencia de una ideología que rechazó la ciencia de  Nikolai Vavilov quien fuera condenado a muerte por oponerse a Lysenko, defendido por Stalin, aunque al final lo mandaron a un Gulag.    

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.

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