Congreso – casino

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Carlos R. Aguilar Jiménez

Si para mal durante toda la historia de México, poco más de 200 años, la idiosincrasia, condición psicológica-social o ethos de los mexicanos, incluye en exceso la corrupción, transas,  subterfugios, mordidas, ahí se va, al ratito y muchas otras formas de comportamiento que serían inaceptables para alguien educado, civilizado y humanizado, lo cierto es que el máximo de corrupción, temor, miedo y desconfianza, lo ha tenido el Poder Judicial, desde sus policías judiciales, ministerios públicos, fiscales, juzgados civiles, penales y de todos los que ahí trabajan, porque cualquiera que tenga la desgracia de tener que solucionar un asunto judicial, incluye trato inhumano a víctimas, debiéndose tener influencias o dinero para que un litigio se solucione como ocurre con asuntos testamentarios que tardan décadas en solucionarse o demandas por derechos legales o civiles.

Por el pretexto o argumento que haya sido, desde venganza del ex presidente porque el Poder Judicial, la Corte y el Tribunal Supremo, estorbó sus caprichos, lo cierto es que si para mal de los ciudadanos su funcionamiento era protervo, al menos lo manejaban y administraban profesionales, expertos, abogados, juristas, quienes como jueces, ministros, fiscales, enjuiciadoras o magistrados, tienen un perfil académico que se exigía para posicionarse en puestos de mayor importancia, influencia, ingresos y poder, sin que nunca les haya importado la gente, (como no le importa a ningún político) no obstante se guardaban las formas y simulaban juicio y conocimiento (la apariencia lo es todo) derivado de cierta idoneidad, talento y competencia, que ahora será sustituida por decisiones de juego y azar: Tin Marín de do Pingue, cubilete, bingo o ruleta. Convirtieron en Casino el recinto legislativo usando una tómbola, rifa o lotería, que como todo juego de azar será la forma de otorgar cargos en el poder judicial, al estilo de los casinos de las Vegas.

Ya no se necesita perfil académico de excelencia, doctorados, posdoctorados o doctorados de Estado, ni excelencia en el desempeño o trayectoria profesional, porque es suficiente una carta de recomendación del vecino, lealtad al gobierno y ser servil y obediente al régimen, porque además nunca podrán legitimarse por elección porque será otro juego de azar, al no saber los electores el perfil, personalidad, calidad, idoneidad o aptitud para el puesto, al ser miles los que habrá que “elegir” siendo el resultado de esta elección la “legitimación” de un Poder Judicial a modo, de conveniencia al régimen, emanado del azar y el juego propio de casinos o clubs de esparcimiento donde la suerte de una lotería o tómbola con pelotitas, serán las que determinen la “justicia “que debiera condicionar la equidad y respeto a la ley y, no el azar, circunstancias aleatorias e ideologías populistas.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista.

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