Carlos R. Aguilar Jiménez
Celebrar oficialmente la fundación de Tenochtitlan, si bien es importante y motivo de fiesta para los chilangos, habitantes de la capital del actual México, lo cierto es que para el resto del país sería como si celebráramos la fundación del estado nazi en Alemania, la URSS, Corea del Norte y Cuba comunista, pero no para los demás pueblos mesoamericanos y actuales, porque más allá de la interpretación, de cada quien, de la historia que nos cuenta el gobierno, y que son casi puras mentiras, los hechos son lo que sucedió y hoy sabemos gracias a la historiografía, nuevas investigaciones arqueológicas y en particular los datos que proporciona Juan Miguel Zunzunegui, escritor e historiador mexicano, que indican y revelan que los mexicas o aztecas fueron un pueblo saqueador, cruel, despiadado, un imperio sanguinario y brutal.
Extrayendo 40 corazones al día para ofrendarlos a Tonatiuh y con más de 10 mil personas asesinadas al año al año y exorbitantes tributos impuestos a los pueblos sometidos, la historia oficial pretende que son los buenos y que hay que celebrar la fundación de esa cruel ciudad hace 700 años, y que, los demás pueblos que se unieron a los españoles, son los malos porque se aliaron con un extranjero que fue Cortés, con tal de liberarse de los mexicas, como si los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, incluido México, fueron los malos y Stalin, Hitler, Hirohito y Mussolini fueran los buenos.
Casi igual que antes de la victoria de los tlaxcaltecas y demás pueblos prehispánicos que se aliaron y unieron a Cortés, actualmente la ciudad de los mexicas: México, sigue esquilmando, arruinando y despojando al resto del país, porque la ciudad de México con sus 25 millones de habitantes no produce nada; ahí entre cientos de kilómetros cuadrados de cemento, pavimento y millones de vehículos, no hay un solo campo de cultivo, no generan ni un barril de petróleo, un watt de electricidad ni absolutamente nada de lo que consumen a diario, que son miles de toneladas de alimentos, gasolina, gas electricidad, acero, plástico y lo que se nos ocurra, porque todo lo que hacen en sus fábricas, restaurantes, hospitales o lo que sea, insumos y materia prima debe traerse del resto del país o importado y pagado con dinero de los impuestos de los 100 millones del resto de mexicanos que deben trabajar y producir para sostener la riqueza y abundancia de la Ciudad de México.
CDMX disfruta y usufructúa los mejores sistemas de transporte del país, agua, electricidad, gas, hospitales, vialidades, universidades, plazas comerciales y departamentales que no existen en ningún otro lugar de México, porque igual que los sanguinarios aztecas o mexicas que fundaron la cruel y bestial Tenochtitlan, los chilangos siguen beneficiándose de toda la nación mal llamada mexicana, derivada de mexica-azteca: como nazi o soviético.
Que celebren los que viven en CDMX, pero no los tlaxcaltecas, zapotecas, mixtecos, otomíes, cholultecas y demás pueblos sojuzgados y cautivos de los mexicas durante dos siglos y… todavía.
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