A disfrazarse de indígena

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Renato Galicia Miguel

El truco del gobierno oaxaqueño de Salomón Jara es  disfrazar a sus burócratas con trajes típicos para darse una imagen indígena disney.

¿Cómo podríamos entender tal ‘concepto’? En este caso, no es necesario recurrir a autores y libros como Samuel Ramos y ‘El Perfil del hombre y la cultura en México’, Octavio Paz y su ‘Laberinto de la soledad’, Carlos Fuentes y “De Quetzalcóatl a Pepsicóatl“ ensayo incluido en ‘Tiempo mexicano’— , Guillermo Bonfil  Batalla y su ‘México profundo’ e incluso José Vasconcelos y su chafísima ‘Raza cósmica’.

No, la onda no va por ahí en este decepcionante y lamentable primer gobierno morenista en Oaxaca. Es otra, una de gente muy ordinaria, diría mi madre. 

Se trata de ‘marketing’ político-electoral aldeano, provinciano. 

Para ello, van a obligar a los burócratas a ya no comprar su ‘outfit’ casual de los miércoles en Cuidado con el Perro, Suburbia o Coppel o los cerros de pacas de la calle Las Casas, e irse, dependiendo de su escalafón salarial, a Santo Tomás Jalieza o Mitla o a algún tianguis del corredor turístico Macedonio Alcalá, donde una blusa original de Tlahui puede valer más de mil varos —que los vale, sin duda, pero eso es otra cosa—, o a los puestos ambulantes de los triquis expulsados de sus pueblos en la Mixteca en los que venden  ‘artesanía oaxaqueña’ china, donde alguna pieza ha de estar como a 300,  o incluso pedirla a Temu.

A fin de aparentar que legitiman lo que no se necesita legitimar —Oaxaca es el estado con mayor porcentaje de sangre indígena—, han “invitado” a los burócratas a disfrazarse, ahora sí que como monos de calenda, de zapotecos, mixtecos, mazatecos, mixes, triquis —de éstos quién sabe, pues en Palacio de Gobierno los guardias vayan a confundirlos con los del plantón y me los tunden a macanazos—, etcétera. 

Por cierto, no se sabe si vayan a permitir empalmes: un mixe-zapoteca del Istmo, por ejemplo.

Espectáculo aparte será el comportamiento público de los burócratas con su vestimenta típica. En la ciudad capital del estado la discriminación racista y clasista vertical y horizontal es histórica y vigente —nada más chequen las reacciones en redes sociales por la pieza que rompieron una pareja de chavales en la Casa de la Ciudad, un inmueble ejemplo de apropiación cultural por parte de la fundación  Harp Helú por el que ahí sí nadie protesta, dicho sea de paso—. ¿Esconderán la cara las que se avergüencen de vestir huipil? ¿Lo llevarán escondido en una bolsa y se cambiarán en el baño? ¿Habrá quien se atreva a usar calzón de manta? ¿Admitirán  piezas de diseñadoras mestizas o diseños de una Ivette Morán de Murat? ¿Contará como bueno un ‘outfit’ de playera Lacoste, pantalón Levi’s 501 y huaraches de Yalalag?

Sin duda, va a estar de locura la pasarela burócrata de los miércoles del  Oaxaca de moda, del Oaxaca disney salomonista.

Versace y  Armani se morirían otra vez de puritita envidia.

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la postura o el pensamiento de “Al Margen”. La empresa periodística se deslinda de cualquier comentario o punto de vista emitido en este texto, ya que estos corresponden al criterio personal del articulista. 

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