Carlos R. Aguilar Jiménez.
Si bien o mal fue una mayoría quienes llevaron al gobierno actual al poder luego de las elecciones, y desde el principio analistas, columnistas, periodistas, sociólogos, economistas y empresarios, sabían que era poco probable se cumplieran la promesas de campaña, entendiendo que vivimos en un país tercermundista, pobre, sin ciencia ni tecnología propia, lo cierto es que mucho de los que creyeron en las promesas y hoy están sin medicamentos, guarderías, becas para investigación, apoyo para el deporte y además se sienten más inseguros que nunca, ya están arrepentidos o si no, confundidos.
Arrepentidos deben estar quienes votaron por el actual gobierno y ahora no tienen empleo, consternados han de estar otros porque han sido víctimas de asaltos o crímenes y no hay castigo para delincuentes, entristecidos los demás porque la corrupción sigue subiendo, la economía no crece, el crimen organizado opera alegremente y la sociedad se polarizó dividiendo a seguidores fanáticos del presidente y fundamentalistas de Morena, contra la gente que trabaja, produce, se esfuerza, innova, hace negocios y paga impuestos que sirven para otorgar limosnas a ninis y dádivas o pensiones a improductivos. Proporcionalmente los arrepentidos todavía no son significativos, pero están creciendo porque si se hace una encuesta entre quienes se han visto afectados por la mediocridad disfrazada de austeridad, cada vez son más, como ha sucedido este año con la desaparición del Seguro Popular, que ha causado únicamente en Oaxaca más de 500 desempleados del sector salud, más los que se acumulan de otras áreas y dependencias federales y estatales. De los arrepentidos quiere Dios, se dice, porque es humano equivocarse y así si alguien es engañado o manipulado como ha sucedido en la historia de los países incluso más avanzados como Alemania, donde la gente se creyó lo que les decía Hitler, o lo que pasó a cubanos con el dictador Fidel Castro, igual que a Venezuela con Chávez y ahora Maduro, en esa dinámica de promesas de campaña y ofertas de candidatos al gobierno, que únicamente se las creen quienes carecen de cultura histórica, información científica y desconocen aspectos básicos de sociología o antropología, ya que solo así se entiende que se vote por quien más prometa y se dedique a culpar de todo lo malo al pasado o al calentamiento global. Arrepentidos están muchos, pero no se puede hacer nada, así que ahora se deberían aguantar y asumir las consecuencias de su voto y no salir a protestar, bloquear calles y lloriquear o gimotear por lo que les sucede, pues eso querían, por eso votaron. Las leyes empíricas de Murphy determinan que: “Lo que mal empieza, mal acaba” y no hay forma de revertir las consecuencias para el bien, así que es altamente probable que a excepción de quienes reciben dádivas y limosnas oficiales, los arrepentidos sean cada vez más y, aunque no lleguen a superar a los beneficiarios del populismo, es un hecho que las perspectivas para sumar más arrepentidos son óptimas dadas las circunstancias que ya han ocurrido y las que vienen, según las leyes de Murphy…