Carlos R. Aguilar Jiménez.
Con semáforos oficiales en rojo en casi todo el país ––a excepción Zacatecas––, sin que exista vacuna para inmunizar contra el Covid-19, hayan inventado algún medicamento para sanar después del contagio y con alta posibilidad de infectarse al salir a la calle o lugares donde haya gente, en contacto propagar geométricamente contagios, el gobierno federal (excepto por siete estados que con mejor juicio decidieron no acatar las ocurrencias de A.M y López-Gatell entre las que no está Oaxaca que obedece sumisamente), decide iniciar una “Nueva Normalidad”, que mejor sería “Anormalidad”, decretando se reinicien actividades con determinados y no definidos protocolos para tratar de evitar contagios, resultando así que lo mejor que podemos decir es: ¡Sálvese Quien Pueda!.
¡Sálvese quien Pueda! Porque si bien al gobierno federal le urge reactivar una economía que antes de que iniciara la pandemia y a diferencia del gobierno anterior que creció 2 por ciento, ahora va en pleno quebranto y mayor caída desde la suspensión de actividades comerciales y aislamiento social, previéndose una precipitación de 7 o más, en una perspectiva fatal que hará imposible a mitad de este sexenio se cumplan las promesas ofrecidas al perderse más de un millón de empleos formales y cientos de miles más de informales, incluida la desaparición de fideicomisos, mediocridad en gasto promovida como “Austeridad Republicana”, cancelación de apoyo a cultura, ciencia y tecnología, predilección de combustibles contaminantes en vez de energías alternativas, además de pésimas señales a inversionistas extranjeros y nacionales a quienes en cualquier momento violan tratos y contratos, presagiando un declive económico espantoso que arruinará a los más pobres, porque si bien el poco o mucho dinero que el gobierno tenga para dádivas a ninis y abuelos tratara de atesorarlo, lo cierto es que la economía no crecerá porque se hundirá, aplicando también a los negocios la misma frase: ‘Sálvese quien pueda’ porque en la competencia que iniciarán los comercios a partir de la Nueva Anormalidad, únicamente sobrevivirán los más fuertes y más competentes, los de propietarios que no pagan renta, que tienen capital ahorrado, que pueden obtener prestamos por tener bienes e inmuebles que amparen créditos, pero los demás, los pequeños y medianos comercios que pagan renta y se mantenían funcionando en rutina diaria de inversión y ganancia a corto plazo, no sobrevivirán a la crisis o ni siquiera reabrirán al no tener capacidad para contratar empleados, pagar nóminas, insumos, alquileres e impuestos atrasados o corrientes, así que entre altamente probables nuevos contagios, quiebra de negocios y perdida de millones de empleos, lo único que queda por decir es: ¡Sálvese quien Pueda!