Carlos R. Aguilar Jiménez.
Comprendiendo y trascendiendo a la ciencia con su método experimental y filosofía como la mejor herramienta o sistema racional que tenemos para entender y comprender al universo, la naturaleza y la vida; sabiendo que gracias a los conocimientos científicos que se sustentan en evidencias y pruebas, no en fe, dogmas o libros que dicen sagrados, es como hemos identificado las causas de fenómenos naturales, explicando ahora que es vital, el origen de enfermedades que antes se consideraban castigos divinos o condenas por impúdicos, explicándose toda enfermedad en función de alteraciones fisiológicas, metabólicas, desórdenes celulares, alteraciones orgánicas o infecciones patógenas por bacterias o virus, por lo que ahora en pandemia es cuando adquiere toda su importancia y valor la ciencia, porque toda la gente del planeta está en la expectativa y a la espera que los científicos logren inventar la vacuna o tratamiento contra el covid, sin que casi nadie espere que seres sobrenaturales, divinidades, peregrinaciones o sacerdotes sirvan de algo.
Callado está el Papa en el Vaticano, oculto el Imán musulmán, escondidos sacerdotes y predicadores de todas las religiones, quienes antes de la pandemia sabían que la población devota en disociación cognoscitiva, por una parte le dan todo el crédito a la ciencia y por otra creen en milagros y prodigios divinos, resultando que excepto unos cuantos, pocos creen que con llevar en peregrinación a una virgen, rezar, implorar o invocar a alguno de sus dioses, evitarán el contagio o curaran enfermos, porque hasta el más fanático religioso, es un hecho que en cuanto sienta síntomas de contagio por Covid-19, de inmediato buscara a un médico científico, acudirá al hospital y pondrá en manos de la ciencia médica, que si para mal no lo sabe todo, la investigación biomédica, bioquímica, molecular, genética, inmunológica y otras disciplinas de la ciencia, serán las que den resultados y pronto se invente la vacuna que proteja a la humanidad
De la misma forma que toda la jerarquía religiosa que hoy calla y hasta implora por la ciencia, a la que condenaba por herética, charlatanes homeópatas, holistas, parapsicólogos, terapistas místicos, chamanes, alternativos, hierberos, curanderos y demás charlatanes de la salud, callados y escondidos están, porque otra de las cosas que cambiarán en la Nueva Normalidad, es la credulidad de pacientes en charlatanes que prometen curar todo a cambio de billetes, sin que curen nada porque para encontrar la cura al covid se requieren conocimientos científicos, estudios experimentales, estadísticos, matemáticos, químicos, bioquímicos y millones de horas de investigación con sofisticados equipos y cerebros altamente calificados. Cuando la vida era normal, los sacerdotes prometían lo que sea, igual que los charlatanes y sin mayor trascendencia, sin embargo ahora, cuando tienen la oportunidad de reivindicar como efectivo lo que dicen, mejor se quedan callados y se esconden sabiendo que sus promesas sustentadas únicamente en la fe religiosa, ahora no aplican ni funcionan para sanar de covid… y menos las estampitas de A.M.