Xóchitl Jazmín Velázquez
Toda esta semana hemos observado en las redes sociales una crítica ciudadana respecto a la “propuesta” sin fundamentos implementada por el Gobierno Municipal de Oaxaca de Juárez referente al “Programa Hoy No Circula”. A través de medios electrónicos la ciudadanía ha lanzado un llamado importantísimo comparando imágenes de Oaxaca en el año 1920 y 2020 donde en lugar de visualizarse mejoras en las carreteras pareciera ir en decadencia, este mensaje ciudadano es relevante porque refleja inconformidad a las decisiones gubernamentales.
¿Recuerdan lo del metrobús?, la ciudadanía no estaba de acuerdo, pero ¿Qué pasó con ese recurso público? Varias historias se han escrito de un Oaxaca que ha sufrido los despojos de malos gobiernos, una élite sin compasión que ha vivido por décadas del pueblo, aquellos explotadores que nos han dejado en la miseria, aquellos que con sus malditas armas nos amenazan y despojan de nuestras más valiosas pertenencias y a muchos hasta de sus vidas.
Por años hemos sido a los que venden falsas promesas, nos sentamos en una plaza y escuchamos a quienes intentan por un sólo día estar en los lugares que acostumbramos, donde nacimos y crecimos, nuestro pueblo, aplaudimos a quienes por un segundo se quieren poner en nuestros zapatos, escuchamos sólo discurso y promesas de un mejor municipio, distrito, estado o país.
Como ciudadanos es necesario que asumamos la responsabilidad que nos corresponde, a muchos puede que no les guste la política, sin embargo, ésta es la base para el desarrollo de nuestro entorno, es urgente aprender a elegir a nuestros representantes, no por un Partido Político, sino por los valores del ser humano, porque bajo sus hombros ese representante cargará por un periodo de tiempo el rumbo de nuestra sociedad.
Oaxaca necesita de lideres empáticos con las causas sociales, que no vean en los cargos privilegios para unos cuantos y miserias para muchos. Pero también, Oaxaca necesita ciudadanos que decidan, que no se queden callados, que no sean cómplices de la corrupción.
Historias tras historias se escriben y Oaxaca sigue igual que en 1920, no sólo en sus grandes baches y carreteras obsoletas, seguimos con robos, asaltos, violencia, una economía que aprieta todos los días, educación de poca calidad, y un sinfín de etcéteras.