Carlos Morales Sánchez
Soy yo, Donají, hija de Cocijoeza, y de Copo de Algodón, Coyolicatzin.
Me dirijo a usted, señor turista, porque quiero contarle mi verdadera historia: mi historia no es la farsa musical que usted consume en un gran teatro de cemento mientras lo cubre una velaría fraudulenta para que el viento de julio no afecte sus pulmones.
Mi historia no es la que usted disfruta viendo brincar a danzantes morenos, con penachos, taparrabos y tristeza y usted aplaude y aplaude y se emociona.
En mi historia no hay música, colorido ni danzantes, solo hay oscuridad, venganza y muerte.
Yo era feliz en Zaachila pintando murcielaguitos en la pared, desgranando mazorcas de maíz nuevo, nunca quise sacrificarme por mi pueblo ni morir por nadie solo quería llevar una vida normal alimentar ajolotes y bañarme en el río.
Mi historia no es de amor que quede claro. Es el relato de un vulgar feminicidio. Todo el Código Penal cabe en mi historia y no pido conmiseración sino justicia. Que el fiscal certifique mi ropita ensangrentada y las mutilaciones infamantes que deberían ofender a sus conciencias.
Mi historia ha sido disfrazada y ofende al intelecto la historia que hoy disfruta después de comprar su acceso en Superboletos.
Hoy en mis manos sostengo mi cabeza y escapan azucenas de mis tímpanos, mi historia es terrorífica y brutal que folclorizada venden a turistas como una historia de amor cuando está llena de dolor y de injusticia cuando este país está repleto de fosas, de Donajís y de gladiolas.
La cabeza separada de mi cuerpo fue encontrada en el playón en la ribera de un río generoso donde la municipalidad deposita la basura bajo el eufemismo de residuos sólidos que genera un gentío consumista e insensible.
Como una ofrenda mortuoria la cabeza desprendida de mi cuerpo es el símbolo de una ciudad que contamina la ribera de un río que da vida. Estoy en cada sello, en cada oficio, en cada logo como una selfie sangrante condenada a ser revictimizada en todos los julios del futuro.
Pero si no es posible contar la historia verdadera pido a las autoridades que rebauticen la historia y deje de llamarse Donají y la renombren Debani, Michell, Francesca, Susana, María, Adriana, Luz María, Blanca, Irma Lydia, o Abril.