Carlos R. Aguilar Jiménez
Transcurrió una de las dos estaciones del año que tiene Oaxaca: Sequía-calor y lluvia, iniciando hace una semana tormentas tropicales y huracanes que serán cinco meses de precipitaciones frente a siete de estiaje, y que en abril y mayo se sintieron y midieron con termómetros, temperaturas que alcanzaron en la ciudad casi 37 grados, mientras que, en la periferia, por mi rumbo a cuatro kilómetros camino a Guelatao, nunca subió el termómetro a los 30 grados.
¿Como es que se da esa diferencia térmica medible con instrumentos y no por percepción? Porque al margen que nos adaptamos al calor, el hecho es que hay diferencias térmicas medibles y sensibles entre el paisaje bucólico con pastos, tierra, arbustos y árboles que no se calientan, frente a cientos de kilómetros de calles pavimentadas, banquetas de cemento, decenas de kilómetros cuadrados de azoteas hiper calientes por exposición directa al sol, además de miles de motores de coches y lamina de carrocerías supercalientes, refrigeradores, estufas, dispositivos eléctricos y electrónicos emitiendo calor por efecto de la termodinámica en toda la ciudad.
No se puede negar que el mundo se calienta desde que terminó la última glaciación, eso es normal en nuestra era, pero no es un calentamiento lineal, sino dinámico no lineal, con altas y bajas en décadas, siglos y milenios, en función del ciclo undecenal solar y orbitales de Milankovich, que determinan el planeta cambie el clima en siglos o milenios, no en años como nos quieren hacer creer que para 2030 el planeta hervirá y el nivel del mar subirá con visión milenarista, catastrofista y apocalíptica. Si sucederá, pero en uno o más siglos, es natural. Lo que no es, son las decenas de kilómetros cuadrados de pavimentos, cemento y carrocerías que se recalientan durante el día y en la noche siguen radiando calor, inmersos en vapor que ahora es lluvia y nubes de huracán.
¡Sí, Oaxaca y todas las ciudades cada año son más calientes!, pero se debe en gran proporción al cemento, piedra, laminas y motores calientes, por lo que valdría experimentar que cuando se sienta calor extremo y bochorno, salir de la ciudad e irse al campo, a Tierra Colorada, Ixtepeji o por la Sierra Sur, donde en una casa de teja, madera, árboles y con pasto o yerba en el suelo, la radiación solar apenas si calienta la superficie. Es cuestión de enfoque y del lugar donde se vive; en el campo o la ciudad; y obviamente de conveniencia, a los políticos les conviene asustar con el calentamiento del planeta, como antes asustaban con brujas, judíos, herejes y hoy, viene bien el calentamiento por culpa humana para asustar, prohibir y cobrar impuestos ecológicos, con el aval de fundamentalistas verdes. Ya inicio la temporada de lluvias, bajaran las temperaturas y el ciclo sin fin estacional seguirá mientras los alarmistas se regodean con cualquier fenómeno natural. Cambio climático real sería que no lloviera o que nevara en Oaxaca en esta estación de lluvias. Lo demás, son anécdotas.