Carlos R. Aguilar Jiménez
Posiblemente el gobierno del estado ya inventó una máquina del tiempo, un artefacto que pueda transformar la termodinámica y flecha del tiempo porque, hasta donde sabemos, el tiempo es unidireccional, avanza del pasado al futuro “deteniéndose” una fracción de segundo en el presente para llegar al futuro, al porvenir, en nuestro caso, como decidimos medir, a 60 segundos por minuto, ni más ni menos. No se puede atrasar o adelantar el tiempo. Ni el pasado ni futuro existen.
Escritores de ciencia ficción, como H. G. Wells y ahora el gobierno de Oaxaca, inventan máquinas del tiempo, artilugios en que se podía viajar al pasado o futuro, como en la película “Volver al futuro”, donde Emmett Brown va y vuelve al futuro y pasado, así que en esa lógica, cuando oímos en anuncios oficiales que: “Somos un pueblo transformando su historia” se supone que podemos volver al pasado para transformar la historia y cambiar lo que no convenga de la historia, borrando o transformando la historia de la guerra civil del 2006, los nefastos gobiernos de Cué, Murat u Oswaldo, cambiando también acontecimientos menores de la política, sociedad, familia y personales.
El tiempo, como escribí en mi libro: “Estelas en el tiempo” editado por el CONACyT 2006 es: “El modo de percibir la duración y transcurrir de acontecimientos en función de periodos o etapas, con perspectiva del pasado y prospectiva del futuro, como un modelo de lugar en el espacio y de su ubicación en algún momento” y/o “El tiempo es la más paradójica de todas las dimensiones. Nos damos cuenta de su existencia en forma de percepción sensible y, como la percepción nos lleva directamente la conciencia, el tiempo nos da la sensación de inmediatez, teniendo la sensación de que entre lo que sucedió y lo que está por ocurrir, únicamente existe el tiempo”
El tiempo únicamente transcurre hacia adelante, no en ciclos o ruedas del tiempo. No se puede transformar la historia, porque ya sucedió, los dinosaurios vivieron en el pasado, Cuauhtémoc, Cortés, Carlos V, Juárez o Díaz, Fox y Peña, tal como en unos meses Obrador será funesta historia, parte de la historia, incluidos cada uno de nosotros. La historia, ya sea escrita por vencedores o historiógrafos fue así, así es y es inamovible, imposible de transformar y, no obstante: “Y cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí” lo cierto es que los dinosaurios, sean políticos o animales, son historia y no podemos transformarla, no podemos hacer que el meteorito no caiga, ni transformar la evolución y menos la historia de Oaxaca, porque: ya lo pasado, pasado… Si sufrí o lloré, todo quedo en el ayer” y así es, todo queda en el pasado, antes, anteriormente, antiguamente; nadie, ni un pueblo puede transformar su historia a menos que haya inventado su máquina del tiempo, como parece ser con el Gobierno de Oaxaca que tiene una. Lo que, si se puede transformarse dependiendo de votos, es el futuro apocalíptico, porque en el presente, en 2024, a los mexicanos les gusta el autoritarismo.