Carlos R. Aguilar Jiménez
Carl Sagan fue un científico, astrónomo y eminente divulgador de la ciencia, quien utilizando libros o programas de TV procuró que el conocimiento del universo, el trabajo que realizan investigadores y éxitos en la investigación y exploración del espacio, fuera accesible y entendible por todos, que incluso una niña de diez años pudiese comprender de forma sencilla los conceptos y abstracciones científicas, actividad que a muchos especialistas-científicos no les gusta ni interesa y descalifican, considerando la divulgación de la ciencia, como mala ciencia o pedestre ciencia.
La fama de Carl Sagan como científico y divulgador (y en general de la mayoría de divulgadores), no es bien vista por un gran conjunto de especialistas, porque según ellos, se hace vulgar el establishment científico, llamándose hoy: “efecto Sagan”, en referencia a lo que sufrió este gran astrónomo y divulgador, quien a partir de la exhibición del programa de televisión “Cosmos” y publicación de su libro y, después gracias a su celebridad, la impartición de conferencias para el gran público y publicación de decenas de libros de divulgación científica, la envidia y egoísmo de los especialistas científicos creció hasta el infinito y más allá.
Si para bien o mal, no lo sé, la especialización en ciencias, en medicina, por ejemplo, es vital para la salud de los pacientes y, el médico especialista en el dedo gordo es vital para quien sufre, lo cierto es que la especialización a ultranza es para los insectos; una araña es especialista en tejer telarañas, pero no “sabe” más, igual que la inteligencia artificial y el astrofísico, químico, abogado, arquitecto, ingeniero o profesionista que sea, que sabe de lo suyo y a nadie interesan sus abstrusos conceptos e indigna de que algún diletante, amateur, aficionado o profano, hable de lo que consideran su prerrogativa.
El próximo 29 de noviembre, será la “Noche de Estrellas” en el Observatorio Astronómico Municipal y realizarán observaciones astronómicas telescópicas, habrá talleres de ciencia, se impartirán conferencias y llevará el conocimiento científico a todos, no obstante, con la arrogancia y pedantería de los especialistas-científicos ególatras que consideran a los aficionados como indignos de su saber académico de doctorados y títulos académicos, que únicamente a ellos autoriza hablar y opinar, considerando a los demás simples aficionados, aunque también tengan títulos profesionales o no.
Ser especialista es necesario en el mundo actual, no obstante, la dinámica que instituciones obligan a sus estudiantes para formarse profesionalmente, los aleja de la erudición, sabiduría y cultura general; sabiendo mucho de un tema pero ignorando y soslayando lo demás, especialmente la sencillez, entusiasmo y pasión que los aficionados tienen en sus actividades de divulgación científica, sufriendo siempre el “efecto Sagan”, que al final no nos importa que opinen en su pedantería, porque hacemos lo que nos gusta y ese privilegio es por amor al arte… o ciencia de Urania.
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